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29/11/16

Bichos


Me gusta escuchar cómo cruje el tejido de la ventana cuando los insectos se golpean contra él, atraídos por la luz de mi cuarto. No hay viento, así que detecto con mayor nitidez el vuelo corto y el golpe en seco. Respiro, exhalo, inhalo; repito manualmente la operación y me pierdo en los sonidos del tejido nuevamente.

-Sabemos ahora, que en los primeros años del siglo XX, nuestro planeta estaba siendo observado muy atentamente por inteligencias superiores a las del hombre, aunque también tan mortales como las nuestras. 

Hace algunas semanas tuve una entrevista. Me sentí incómoda. No logré despegarme de la silla y hablé entrecortado. El chico de recursos humanos pasaba sus ojos sobre mis manos, continuaba en mi curriculum y terminaba sobre la taza de café en su mano. El cubículo se fue cerrando sobre nosotros hasta que sentí la asfixia de cada pregunta. Mis respuestas dubitativas se esfumaban por el conducto de aire. Sentí placer cuando indicó el cierre ceremonial al tomar de su carpeta un nuevo curriculum. Recién en ese instante pude inclinarme y adoptar una posición suelta. Desde esa mañana no recibí nuevos llamados, prácticamente dejé de insistir en la búsqueda. Me tomé un recreo. 

La radio sigue. No la escucho, opto por la percusión del tejido poblándose de polillas, mosquitos, chinches, cascarudos: todas las especies. Me destapo y bebo un sorbo de agua. Me despeino el flequillo, recorro con vehemencia mi cabello y lo refriego contra mi cara, me sumerjo en él y lo huelo. 

-Era la noche del 30 de octubre. La agencia de noticias Crossley estimó que unos treinta y dos millones de personas, en todo el país, tenían, en ese instante, conectada la radio. 

Los golpes se pronuncian más. La luz pareciera irradiar algún tipo de sustancia seductora. Los bichos se están chocando como imbéciles contra el vidrio, ya traspasaron el tejido y lograron hacerle varias aberturas. El sonido se torna más grave y profundo. El repiqueteo perdió su naturaleza armónica. Me distraigo, pierdo de a poco la concentración y vuelven a inquietarme los pensamientos. Intento perderme en algún recuerdo placentero, alguna imagen que retenga. Viajo atrás, muy atrás y ya me llené de actividades. Tengo una lista mental de pendientes. Cierro los ojos.

-Me encuentro, en este instante, en una gran sala semicircular totalmente oscura, y que llama la atención por su larga ranura en la bóveda del techo. A través de esta abertura puedo contemplar el cielo lleno de estrellas, cuyas luces se reflejan sobre el complejo mecanismo del enorme telescopio instalado aquí. 

Pierdo la voluntad y la necesidad. Días atrás había perdido el apetito. Por inercia o como acto reflejo, cierro mis piernas. Están fruncidas, el short ajustándose a mis glúteos y humectándose con el sudor. Froto mi cola, que se expande contra los pliegues de la sábana; me dejo envolver por la sensación de la textura del acolchado rozando mis pies. Los bichos rajaron el vidrio de la ventana. La vanguardia emerge como una patrulla de control y se tumba contra la lámpara, da vueltas alrededor de ella. La idolatría y sus devotos va in crescendo, amontonándose en un crisol de colores que resplandecen ante mis ojos semicerrados. Mis manos se cierran contra mis pechos. Exploran mi remera vieja, holgada y llena de roturas. Una caricia con fuerza prueba el estado rígido de mis pezones y mis dedos caen en picada por mi short, cada vez más pequeño e insignificante metido entre mis nalgas. 

Los bichos invaden el cuarto y el ruido se vuelve imposible. Intento hacer algo, pienso un movimiento y cedo a hundirme en la dilatación de mis labios. Expandidos. Estoy lista, dispuesta a ser el alimento de una turba frenética de conducta patriarcal maligna, exacerbada y con erotismo básico. Empiezo a abrir mis piernas y las elevo. Apunto hacia la lámpara y oscilo mis pies como si fueran una carnada. 

Los bichos giran por la luz, pero algunos comienzan a impregnarse en mi piel, merodeando. Se posan unos segundos y retoman vuelo, después vuelven y me inspeccionan como un nuevo objeto. Siento sus patas pequeñas adhiriéndose a mí, metiéndose a través de mis poros. Elevo más mis piernas y las separo. El enjambre se pega a la crema que había aplicado sobre mi cuerpo. Una grieta que se prolonga desde mis piernas y se profundiza hasta mi cintura, colmándose de más criaturas. 

El ruido enfermizo se vuelve un sedante que relaja mis músculos. Siento mi cuerpo flojo; la tensión se libera y es absorbida por la luz que se vuelve más fuerte, menos infectada de insectos. Mi piel se contamina de pisadas y patas viscosas múltiples, indescifrables. Podría responder con soltura cada pregunta de una entrevista en este momento, podría ser una candidata encantadora, inmaculada. Corro el pliegue del short que cubre mi sexo. La cadencia del enjambre se volvió atractivo. Me invade y con mis manos dejo que se expanda y se consuma junto a mi flujo.     

4/5/15

Vote DES-LIMITES (Fragmentos de un discurso panfletario)



Por Daniel Link


Jorge Luis Borges, que siempre sospechó de las ideas sencillas, hubiera amado, sin embargo, ésta. DesLímites, como un aleph borgeano, es el nombre de una utopía en la que todo cabe: la pampa, el Río de la Plata, los inmigrantes italianos que cambiaron la forma de hablar en Buenos Aires, los inmigrantes peruanos y bolivianos que piensan que en este país arruinado por la historia pueden, a pesar de todo, empezar una nueva vida, los proyectos de los grandes inversionistas, los sueños de las personas que sólo gustan de caminar de noche por la ciudad, el arte, el deporte, la política, la ciudad de Buenos Aires, la provincia de Buenos Aires, en fin, la vida entera. Porque DesLímites no es solo un proyecto para limpiar el Riachuelo. Tampoco es un proyecto urbanístico de esos que los estudiantes e investigadores de las facultades de Arquitectura perpetran para calmar las malas conciencias de los administradores del espacio público. DesLímites es un estilo de vida, una utopía política, el nombre (¿puede haber una idea más hermosa que des-limitar?) de la felicidad futura.

Y es tan sencilla la idea de DesLímites que no se entiende cómo alguien no la entiende y no entiende su necesidad. Hay en el centro del gigantesco conglomerado urbano en el que se ha convertido Buenos Aires (que va desde La Plata hasta Tigre, en la costa, y hasta Pilar y General Rodríguez, hacia el oeste)unas 10.000 hectáreas abandonadas y listas para ser utilizadas en la transformación (política, cultural, estética) que la Argentina necesita si no quiere desaparecer del concierto de naciones favorecidas por la mano de Dios. La cuenca del Riachuelo-Matanzas (que DesLímites elegantemente denomina El Valle del Riachuelo-Matanzas) ocupa el centro de ese conglomerado, atravesado por uno de los ríos más degradados del mundo, el Riachuelo. Como resto de escritura (como trazo de tinta sobre un mapa), DesLímites propone recuperar ese valle y transformarlo en lo que realmente es, el centro de Buenos Aires, un eje simbólico de articulación de la vida económica y cultural. El Valle del Riachuelo-Matanzas liga el campo y el agua, los puertos de ultramar y el aeropuerto internacional, los barrios y el centro, la provincia y la ciudad, los negocios y la vida cotidiana, las reservas ecológicas urbanas, los bosques y las fábricas, el pasado con el futuro, lo útil y lo bello (no hay que perder de vista que DesLímites reinvindica sobre todo una idea de belleza: por eso incluye en su programa todo el arte actual), el amor y el deseo.

Nadie podría discutir la necesidad de un transporte público eficiente (digamos: un tren) que una el centro comercial de Buenos Aires con su aeropuerto internacional. Nadie podría objetar la necesidad de apartar de uno de los mayores conglomerados urbanos del mundo las industrias petroquímicas que ponen en peligro la vida de sus habitantes. Ninguna persona en su sano juicio podría ignorar los beneficios que implicaría la recuperación del Riachuelo como vía de transporte y como espacio de recreo. Precisamente, DesLímites es un proyecto juicioso (siendo, como es, por otra parte, un proyecto desquiciado) y por eso es un proyecto irrefutable, en su totalidad y en cada una de sus partes.

Si alguien no lo ve así es por necedad política, rencor histórico o ceguera ante la escala del proyecto. Porque si DesLímites es un proyecto desquiciado es por su escala, de tal envergadura que pueden llegar a no verse sus alcances y sus consecuencias, y porque no hay manera desectorizar (a diferencia del resto de transformaciones urbanas que hemos sufrido en los últimos años). DesLímites es un proyecto total: por eso es un estilo de vida y, hay que agregar, un estilo de vida mejor: el mejor estilo de vida.

El valle del Riachuelo-Matanzas imaginado por DesLímites beneficiará a la provincia de Buenos Aires, a la ciudad de Buenos Aires, a los criollos viejos y a los nuevos inmigrantes, a los ricos y a los pobres, a los amantes del deporte y a los aficionados al arte, a los empresarios, a los políticos y a los trabajadores, a los niños y a los que gustan de las flaneries urbanas. Si alguien no lo ve así es por necedad política, rencor histórico o incapacidad de amar. De todos modos, estamos dispuestos a escucharlos: que alguien formule una intervención pública mejor que DesLímites y será considerada. Mientras tanto, DesLímites es el nombre del futuro.

Por eso a Borges (y también a Sarmiento, y también a Rodolfo Walsh, por diferentes razones) les hubiera encantado trabajar para DesLímites: se trata de fundar un mundo, con la certeza de que ese mundo será diferente (Borges), mejor (Walsh) y definitivo (Sarmiento).

Fundación PROA, 1999

14/4/15

She's bad

Hace mucho que no veía una composición visual y argumentativa tan bien lograda como en el video del francés Juan de Guillebon (a.k.a. DyE) del tema "She's bad".



8/10/14

Comic strip

"Mutant monster beach party"

Comic ilustrado con fotos del género ciencia ficción fumetti realizado por John Holmstrom en 1978.














8/7/14

Los Genocidas


El paisaje las dominaba por entero, verde, llano y, aparentemente, de vastedad infinita. Extenso como era, la Naturaleza -o el Arte- había invertido en él poca imaginación. Aún observando con atención, presentaba un aspecto sumamente monótono. En cada pie cuadrado de suelo crecían cien plantas, cada una igual a todas las otras, sin distinguirse ninguna.
La Naturaleza es pródiga. De cada cien plantas solamente una o dos sobrevivirían; de cien especies solamente una o dos. 
Pero el hombre no.

"Los Genocidas" de Thomas M. Disch (Ed. Sudamericana) 1965

26/3/14

Los cosos


***

Todos ellos traían sacos, que parecían muy pesados. Amarraron bien sus caballos, se adelantó uno de ellos en dirección a una roca y gritó: "¡Ábrete cerebro!"

***

Las piedras son mucho más lentas que los animales. Las plantas exhalan más aroma cuando cae la lluvia. Las golondrinas cuando llega el invierno vuelan hasta el verano. A las palomas les gusta el maíz y las migajas de pan. Las lluvias vienen del agua que el sol evapora. Los hombres cuando vienen de lejos traen maletas. Los peces cuando nadan juntos forman un cardumen. Las larvas se transforman en mariposas dentro de los capullos. Los dedos de los pies evitan que se caiga. Los sabios están en silencio cuando los otros hablan. Las máquinas de hacer nada no están descompuestas. Las colas de los changos sirven como brazos. Las colas de los perros sirven como risas. Las vacas comen dos veces la misma comida. Las páginas fueron escritas para ser leídas. Los árboles pueden vivir más tiempo que las personas. Los elefantes y los delfines tienen buena memoria. Las palabras pueden ser usadas de muchas maneras. Los fósforos sólo pueden ser usados una vez. Los vidrios cuando están bien limpios casi no se notan. Los chicles son para masticar y no para tragar. Los dromedarios tienen una joroba y los camellos dos. Las mediasnoches duran menos que los mediosdías. Las tortugas nacen en huevos pero no son aves. Las ballenas viven en el agua pero no son peces. Los dientes cuando las personas los lavan quedan blancos. Los cabellos cuando están viejos quedan blancos. La música de los indios hace caer la lluvia. Los cuerpos de los muertos enterrados abonan la tierra. Los carros hacen muchas curvas para subir la sierra. A los niños les gusta hacer preguntas sobre todo. No todas las repuestas caben en un adulto.

***

Cama acostar, cadera sentar. Camisa brazo, pantalón pierna. Techo pared suelo. Puerta ventana. Leche blanco, café negro, mantequilla pan. Plato comer, vaso beber. Carro ir, carro venir. Oreja entrar, boca salir. Gesto mano brazo, pierna pie paso. Luz encima, cena abajo. De noche lana, sol de mañana. Derecho cierto. Ok perfecto. Pene esperma, leche pecho. Silla asiento, cama lecho. Uno por sí, cien por ciento.

***

Las cosas tienen peso, masa, volumen, tamaño, tiempo, forma, color, posición, textura, duración, densidad, olor, valor, consistencia, profundidad, contorno, temperatura, función, apariencia, precio, destino, edad, sentido. Las cosas no tienen paz. 


Arnaldo Antunes
As coisas (Iluminarias, 1992) 

16/11/13

Sándwich

Como mientras veo su mano izquierda -minutos después notaré el cuello ortopédico cuando se levante y deje de darme la espalda- temblorosa a un ritmo constante, inquietantemente programado. Mano de colores pálidos con atisbo de marcas rosáceas. Repite - Qué bueno - a la señora que desayuna frente a ella. 

Sopla un viento letal, el mismo que se enreda entre los médanos de las playas.

Se mezcla un - Sí, Sol - lanzado por la señora de la mesa contigua . Una mujer tras la ventana tiene sobre la mesa un bolso con la palabra Miami poblando toda su superficie de manera insistente. Pienso en Tati. Y en que mi sándwich de pan árabe no tiene amor. 

Todos habitamos el mismo espacio común. 
Un mismo preámbulo. 

(mucho más tarde, cuando la señora que dijo - Sí, Sol - se hubiera marchado del café, la camarera diría en voz alta al retirar las cosas de su mesa que se olvidó su tarjeta Sube y el carnet de la obra social)

11/9/13

Happy endings


Las historias ocurren sin necesidad de ser protagonizadas; prescinden de nuestra presencia y nuestras acciones, quizás con el cumplido de ser talentos desmedidos. Simplemente pasan, como cualquier situación. Pensar este momento mundial como algo crítico o determinar que es una época especial por algunas circunstancias son cuestiones que el revisionismo histórico del futuro se encargará de agrupar en catálogos que estarán a la venta en saldos. 

De todas formas, en el auge de las 1001 películas que tenés que ver antes de morir, en la diversidad y en el cinturón ecológico donde se deposita cada molécula virtual que oscila y destella en internet, es agradable sentir una idea de presente y preservar en el tiempo lo posible; llevar un registro de situaciones que no harán a la historia universal pero sí a una pequeña tejida por un narrador que pueda llevarse en su memoria y palpar con un grado de felicidad al recordarla. 

Esa historia es la que me interesa, como la de Menchi y el excelente final de este animé llamado Excel Saga. Como aquella primera vez que lo vi compartido por mi hermano menor, Panky. Momentos que quedan atrapados en breves y sencillas historias que difícilmente -y sanamente- no estarán enmarcadas en ningún cuadro de honor. 



31/8/13

Profetas pesados


El miércoles 28 de este mes inauguró "Profecías pasadas" en Pasaje 17. Curada por Celina Marco, es la intervención del baño de mujeres de la galería. Los textos se basan en una selección de diferentes series de fotografías de Anatole (Rodrigo Salvador). El día de la inauguración Claudio Bidegain hizo una performance sobre la muestra llamada "Transmutación del recuerdo". 



Un panorama de lo intervenido.

Profecías pasadas





En aquellas primeras décadas la música solía estar acompañada por infantes. 
Vestían mamelucos bermellón, los peinaban con raya al medio inmaculada.
Repetían siempre un mismo paso coreográfico, 
luego se quedaban quietos amontonados en un rincón.

Una señora de inmensa y exuberante cabellera pasaba a retirarlos,
los metía uno a uno en una bolsa de consorcio para la congoja y decepción del público.

Ese recuerdo inauguró mis primeras tristezas,
el mismo tenor violento de los cascotes que emergían del techo de la casa de mis padres.
Corría cuán rápido me permitieran mis piernas para esquivarlos al cruzar el living 
hasta alcanzar mi habitación evitando los trazos de sangre 
aquellos que decoraran aleatoriamente mi espalda.

Mientras una cuadrilla pavimenta mi calle
repaso entre cada interrupción de la obra,
entre cada pasaje de silencio -respiro, también-,
mi cuaderno de apuntes con mis primeras tristezas.
  
Cubiertos de olor a hidrocarburos 
se propagan y expanden por mis sábanas
cubriendo mis manos de viscosidad. 
Mis dedos se aventuran en páginas en blanco
intentando apresurarse a adelantar un futuro lleno de grietas,
tapizado por una mezcla de hormigón caliente, 
tejido por la flota proletaria del ruido,
de las máquinas insolentes.

Bajo capas de asfalto resisten los baños portuarios primitivos 
donde mis noches de desvelo me llevaban a ciertos parajes estivales. 
Invitaba a marineros y pescadores por igual, 
entre copas que trastabillan y caen junto a la saliva indescifrable y los insultos copiosos,
para que se prestaran a explorar mi cuerpo vuelto residuo cívico, 
materia de testimonios orales distorsionados en cada nueva narración.

Me atraviesa el aviso profético del alemán de Camelle: 
“En mi sueño, el alquitrán entra en mí, se me pega en los huesos. 
Lo siento por todo el cuerpo. Seguirá llegando alquitrán hasta que no quede alquitrán en el mar, y cuando ya no llegue alquitrán, vendrá una ballena negra, muerta. 
Entonces la enterraré y todo habrá acabado para mí. Diré adiós”. 

Siento la nostálgica desaparición del mundo de Manfred Gnädinger y luego, años después, de su obra escultural, destrozada por un temporal que decidió llevarse toda su creación junto a la marea baja que deja su marca de sal y los recuerdos una ceniza.




1. Anatomía de una guerrera

Releo algunas anécdotas y siento el peso lejano de una angustia
que se traduce en otras, infinitas e incesantes mientras mi mente las embate.
Un yelmo pelado, repleto de heridas de disturbios ancestrales
que dejaron desnudo un heraldo con su soberana imagen
devenida criatura grotesca e incomprensible.
Una cota de malla deshilachada y empetrolada
con inscripciones adosadas aún visibles:

"En un campo de plata, un oso rampante de sable (negro) armado y linguado de gules (rojo). 
Al timbre, una corona de oro decorada con ocho florones del mismo metal, vistos cinco".   



El agua lavará tus pies pero jamás saciará tu sed. 





2. Maqueta de un cumpleaños
La memoria de las páginas -es prudente mencionarlo- pierden sentido
a medida que el asfalto se extiende y el atardecer está signado por la demora. 
El desvelo diurno se regocija en la exhibición obscena de situaciones,
nombres, apellidos, direcciones y un conjunto de coordenadas 
que estallan la cartografía de mi organismo. 
Intento escuchar esa vieja música de cumpleaños
que ponían mis tías en el cassette azul.
Veo las caras del grupo de niños repitiendo los pasos de baile
fosilizándose a cada segundo en un extremo de la casa. 
La señora atraviesa mis recuerdos subida a una topadora, 
empujando bolsas de consorcio desbordadas junto a mis memorias
traducidas en escombros y pedazos de tierra. 


 ¡Líbrate de tu raíces materiales, húndete en las aguas de Walden!


Instrucciones para el papel higiénico:

Pergamino económico para utilizar con descuidada moderación.
Reúna una cantidad significativa de recuerdos.
Si acaso encontrara su primera tristeza, triturarla en el papel bajo algún signo de escritura.
Retire su contenido memorial del recipiente.
Haga un bollo con el mismo durante unos segundos. 
Vuélquelo en el interior del inodoro.
No olvide presionar la cadena al despedirlo. 


Y algunos consejos escritos en los zócalos:

El silencio de las voces oficia como carril para recuerdos asfixiantes.

Todo atardecer es desamparo, refugio para un pasado temeroso.
Ansioso de cuerpos, sediento de tristezas. 


Finalmente, algunas fotos y un video de la performance de Claudio Bidegain que le dio cuerpo y voz a la dispersión de palabras e imágenes.





21/5/13

Porno virus




El terror es una puesta bellísima llena de bacterias y microorganismos funcionales a un mercado, a una población hambrienta de sujetos. También es una respuesta a una demanda más exquisita, detallada, precisa. La insatisfacción frente a una fuente desbordada de recursos de placer y estímulos inmediatos. La creación de nuevas formas de parafilia para complacer al cliente.  

Un consumo pornográfico que intenta penetrar en las cavidades más oscuras de las celebridades, sintiendo en el propio organismo del usuario aquellas imperfecciones que les afectan, sea un herpes o un virus manipulado por laboratorios. 

Una aproximación a una corporación que puede tener el mismo formato -e incluso las mismas consideraciones en relaciones estéticas- que una perfumería en su aspecto más farmacéutico. Limpieza, blanco resaltado, eficiencia; optimizados todos los detalles, esterilizado todo soporte externo para llevar al usuario a un surtido catálogo de enfermedades de celebridades con la transformación específica que puedan provocar en el corto o largo plazo. El discurso insistente sobre la belleza de un empleado que se vuelve como una plegaria orgánica, una poesía existencial, un manifiesto de vida. 

Syd March es un mercenario. Un empleado con cierto conocimiento técnico, acomodado a un sistema de trabajo regular -e irregular- que funciona para ambos del mismo modo, como un empleado convencional y de bajo perfil. También en su propia sed laboral está la del consumidor enfermo, ser su propio cliente ante el encantamiento del fetiche. No puede ni se permite tomar distancia de sus sueños, sus anhelos de inyectarse en celebridades; el producto es su propia empresa -sea Lucas Clinic o su competencia- y su propia tendencia estimulante para vivir cada jornada con experiencias más vívidas. 

Hannah Geist podría ser una semidiosa que forma parte -y gesta- todo este escenario. Una cara de rasgos delicados y fríos que podría ser una actriz del Hollywood de los años 50. Una piel suave, traslúcida. Eje del deseo y la cúspide del mismo. Una portada en la marquesina y la imagen corporativa del encanto de la enfermedad. 

Las imágenes televisivas de paparazzis en visión infrarroja llevando las posibilidades técnicas y fisiológicas un paso más adelante. Las células y trozos de carne, la antropofagia al poder devorar en un plato el cuerpo parte de una celebridad simulada y sentirla en tu organismo, infectándote lentamente. Un sistema de relaciones bastante enfermizo que plantea Brandon Cronenberg, hijo del gran David, que coincide conceptualmente con las primeras y segundas etapas fílmicas del padre.  

Antiviral es pornografía en estado microscópico, una píldora; su formato minimalista tiene efectos excesivos, obscenos; un plato de comida orgánica realizado con tu famoso de cabecera y su enfermedad más reciente, aquella hecha pública por todos los medios. 

Nadie está ajeno a esta obsesión, ni siquiera el mismo empleado de Lucas Clinic quien es fagocitado por su mismo circuito de acción. Incluso en esa red de comerciantes cayendo por todas partes, asumirá -con voluntad y lucidez en algunas ocasiones- los riesgos implícitos hasta exprimir toda su sangre enferma y satisfacer a un sinfín de corredores oscuros que buscan lo más reciente, lo más novedoso. 

Incluso la presunta difunta Hannah, cara absoluta de todos los productos. 

El empleado, en este caso Syd, en su versión más abstracta, luchando contra sus propias afecciones hasta innovar técnicamente, sublimar ideas en la unión de mercados regulares e irregulares. Sostiene su vida y su deseo desde su enfermedad, su fetiche, reproduciendo su versión más vital: una célula viva, una unidad de billones de ellas para perpetuar el producto con características más completas y lejos de lo virtual como es la vida humana célebre ajena, y el poder romántico del usuario haciendo lo que le plazca con ella. 

20/5/13

Plantando el cemento

Estimados mutantes de todas las variedades,


tengo el agrado de presentarles "Plantando el cemento", un trabajo hecho en conjunto con Mar durante estos meses.

Pueden descargarlo a través de este mismo Scribd en PDF o leerlo on-line en este blog o por acá.

Que lo disfruten y como último deseo respecto a este trabajo, que de aquí en más se expanda como hierba salvaje.

8/3/13

Embryophyta



Ahora no me acuerdo de casi nada.
Es difícil retener algo pero sucedió algunos meses atrás,
días después de aquella explosión, durante un amanecer.

Algunos se llenaron de aspereza,
otros optaron por la indiferencia, como si realmente hubiera opciones.
Eso los consumió.

Fueron muriendo.
Lentamente lo hicieron; en silencio.
Dejaron una estela tenue de aquello que habían sido.
Finalmente se esfumaron por completo.
Todos muertos.

Algunos, los sobrevivientes, tratamos de recordar detalles.
Organizamos nuestras memorias, intentamos esbozar alguna trama convincente,
hilamos anécdotas desgarrando –dragando- lagunas mentales.
Rumores, frases, apuntes confusos, registros de poco valor.
Todo nos sirve hasta que nos agotamos y nos rendimos.
Dejamos de hablar del tema y asumimos que todo fue superado.

Es imposible.
Lo mismo sucede cuando intentás tercamente recordar un sueño borroso.
Se diluye aún más, queda sólo la sensación de lo que generó y sólo eso.

Pasó con mi planta también.
Atestiguó aquel resplandor que brotó del cielo y ahí cambió.
Sus raíces se rebelaron contra la domesticidad de la maceta,
atravesó en dos noches la dura base de barro cocido
extendiéndose hacia los pies de mi cama,
anudándose a ellos como lianas.

Su epidermis suda durante toda la noche; siento el sonido que emite.
A partir de ahí trato de hundirme por completo contra la almohada
hacia el costado más lejano de sus raíces.
Con el inicio de sus ruidos no puedo evitar recordar el suceso,
intento reconstruirlo todo. 

Es lo único que puedo hacer hasta quedarme dormido.

Recordar no puedo, como ya dije.
Sí puedo asegurar que ciertas veces tengo miedo.
Mucho miedo.

Al incierto producto del misterio;
la oscuridad repleta de sudor y olor a savia;
la vida, que comienza recién al despertar;
la negación del recuerdo y la pérdida de la lucidez.

Pocas veces temo por mi muerte, o la de los otros -los sobrevivientes-.
Ese es el único punto que recuerdo después del incidente:
apenas una fracción de segundo después de ese amanecer dejó de preocuparme morir.

27/8/12

La opulencia y el fraude de los labios

La versión de "The first time ever I saw your face" fue popularizada por Roberta Flack en 1972.  


La versión hecha por The flaming lips con Erykah Badu (video que nunca fue aprobado por ella por lo que tuvo que ser descartado).



La versión hecha por The flaming lips con Amanda Palmer.



4/8/12

La nave exploradora y las aventuras espaciales del Capitán


Dedicado a la dulzura necrofílica del Capitán del espacio, Angelito y su magia titánica. 


Hoy quisiera viajar.

Viajar de veras y verdades como nunca hice,
como pocas veces sentí la necesidad.
Salir de casa, o de pronto ir al patio
y tener un cohete espacial esperándome en mi jardín.
Que esté cubierto de rocío, lleno de ramitas maltrechas y frutos secos.
Viajar como aquellos niños exploradores en los 80s
descubriendo magia en la ciencia
a través de revistas de catálogo
o cosas concretas:
maquetas sci-fi en Thunderbirds,
imágenes de Conozca más,
la voz de Jack Paladance doblada al español,
una colección de mi padre de cartas ancestral de historias marcianas ,
secuencias extraordinarias del Cosmos de Carl Sagan,
autopsias a extraterrestres en video VHS.

Con todo ese instrumental
proveerme de la mejor nave y partir solito.
Aventurarme como nunca contra todos mis miedos
contra todas las gravedades
contra todas las seriedades.
Tocar el culo más oscuro del espacio
hasta la profundidad y abrirlo totalmente:

Sentirme
al fin,
parido.
Eyectado hacia el medio de la nada.

Y que ese sea el espacio, cubierto de luces de neón,
escenografías baratas de sitios increíbles,
planetas deformes y de colores estridentes
de los que nunca recuerdo sus nombres exactos.
Ver entre el paisaje astronautas perdidos,
satélites obsoletos de la URSS o Estados Unidos,
robots trepados a chimpancés y perros
o viceversa,
con música de Vangelis en cassette obrando como cortina musical.

Entre todos esos incidentes
de cosmonautas y ficciones increíbles
sentir cómo eyaculan esos planetas imaginarios,
esas galaxias lejanas,
un chorro impresionante de dulce de leche
desparramado entre capas abundantes de chocolate
y cómo todo eso lentamente cubre por completo el cosmos,
como si se tratase de The Blob
devorando a Carl Sagan, Jack Paladance,
Ripley.
Todos y cada uno de ellos,
envueltos por una cantidad desproporcionada
asfixiante
superflua
de dulce de leche y chocolate
derritiéndose al instante con toda la maravilla del sci-fi artesanal
como el de las maquetas de aquellos triunfantes capitanes de Thunderbirds.

Mis sentidos colapsados con el recuerdo de Quilmes
y mi primera ingesta del Capitán del espacio
como un debut epicurista,
acto iniciático de un brebaje druida
empalagoso,
gula salvaje de la cual nunca me desprendería.

Magnánimo, el Capitán mirando solemne como una figurita
propia de una infancia anacrónica que no me corresponde
y sin embargo se apropia de mí.
Una porción de la infancia nunca vivida pero deseada
como mi nave exploradora.

El Capitán victorioso saliendo entre todo ese conjunto de dulzuras
vistiendo de un dorado plástico como envoltorio
con una presencia de falso 3D o en tres capas,
despegando con su nave o volando como Mighty Mouse
bañado en las victorias galácticas del dulce de leche
y esparciendo más chocolate a través de sus puños mágicos,
alimentando todas las bocas furiosas de la humanidad,
alienígenas y galaxias hasta saciarlos,
ensuciarles las comisuras de sus bocas
con un sabor vicioso difícil de despojar.

Y yo seré testigo,
pequeño testigo en silencio,
aventurado en mi nave exploradora 
comiendo la eternidad del espacio
en forma de alfajores triples.
Alentando épicas galácticas
de eras improbables,
venerando la figura de un Capitán dorado
manchado por dulce de leche. 


Nowhere Man by Gershon Kingsley on Grooveshark

28/5/12

Mario

Versión 70s de su período de adolescencia, previo a iniciarse en el oficio de la fontantería y de los hongos.

10/5/12

Reptilia


La bellísima composición de Charles Burns, un historietista a investigar profundamente entre sus agujeros negros y detectives con máscaras de luchadores mexicanos. Encierra mucho cine en sus comics. 

7/5/12

El devenir del futuro


Amo los inventos, los inventores pero por sobre todas las cosas, amo a los grandes inventores con grandes inventos que resultan un fiasco total en la escala Arlt, o por ejemplo, el caso Franz Reichelt y sus diseños innovadores que lo llevarían a la muerte, tal como lo registra este video:



Y gracias a este sitio inglés tenés la chance de ver miles más, como la bañera voladora e invenciones estrafalarias de todo tipo: