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1/5/17

Anoche

Anoche me acosté tarde.
Envolví la cabeza en la almohada y escuché el primer tiro.

Seguí atento el trayecto de un auto.
Silbaba restos de cordones con un trazo filoso.
Recreé un mapa del barrio -ese barrio nocturno posible-
acorde al sonido cuanto más cercano parecía.

Otro tiro más cercano.
Un peatón en la madrugada embestido por el auto volando contra alguna casa,
o el coche puesto contra un poste con los chorros como crash test dummies
clavados en un sueño atroz contra el airbag.

El zigzag se puso más violento,
tomó distancia del zumbido de la autopista,
un coro lateral que se agotaba junto a los sonidos de mi casa.

Imaginé la escena: los tipos del auto se estacionarían violentamente en la puerta de casa
Me agotó pensar mi muerte y tener a la inseguridad como agenda antes de estar inconsciente.

6/9/14

The evil of the thriller


Darkness falls across the land
The midnight hour is close at hand
Creatures crawl in search of blood
To terrorize y'awl's neighborhood
And whosoever shall be found
Without the soul for getting down
Must stand and face the hounds of hell
And rot inside a corpse's shell
The foulest stench is in the air
The funk of forty thousand years
And grizzly ghouls from every tomb
Are closing in to seal your doom
And though you fight to stay alive
Your body starts to shiver
For no mere mortal can resist
The evil of the thriller
The demons squeal in sheer delight
Itπs you they spy, so plump, so right
For although the groove is hard to beat
It's still you stand with frozen feet
You try to run, you try to scream
But no more sun you'll ever see
For evil reached from the crypt
To crush you in it's icy grip.


21/5/13

Porno virus




El terror es una puesta bellísima llena de bacterias y microorganismos funcionales a un mercado, a una población hambrienta de sujetos. También es una respuesta a una demanda más exquisita, detallada, precisa. La insatisfacción frente a una fuente desbordada de recursos de placer y estímulos inmediatos. La creación de nuevas formas de parafilia para complacer al cliente.  

Un consumo pornográfico que intenta penetrar en las cavidades más oscuras de las celebridades, sintiendo en el propio organismo del usuario aquellas imperfecciones que les afectan, sea un herpes o un virus manipulado por laboratorios. 

Una aproximación a una corporación que puede tener el mismo formato -e incluso las mismas consideraciones en relaciones estéticas- que una perfumería en su aspecto más farmacéutico. Limpieza, blanco resaltado, eficiencia; optimizados todos los detalles, esterilizado todo soporte externo para llevar al usuario a un surtido catálogo de enfermedades de celebridades con la transformación específica que puedan provocar en el corto o largo plazo. El discurso insistente sobre la belleza de un empleado que se vuelve como una plegaria orgánica, una poesía existencial, un manifiesto de vida. 

Syd March es un mercenario. Un empleado con cierto conocimiento técnico, acomodado a un sistema de trabajo regular -e irregular- que funciona para ambos del mismo modo, como un empleado convencional y de bajo perfil. También en su propia sed laboral está la del consumidor enfermo, ser su propio cliente ante el encantamiento del fetiche. No puede ni se permite tomar distancia de sus sueños, sus anhelos de inyectarse en celebridades; el producto es su propia empresa -sea Lucas Clinic o su competencia- y su propia tendencia estimulante para vivir cada jornada con experiencias más vívidas. 

Hannah Geist podría ser una semidiosa que forma parte -y gesta- todo este escenario. Una cara de rasgos delicados y fríos que podría ser una actriz del Hollywood de los años 50. Una piel suave, traslúcida. Eje del deseo y la cúspide del mismo. Una portada en la marquesina y la imagen corporativa del encanto de la enfermedad. 

Las imágenes televisivas de paparazzis en visión infrarroja llevando las posibilidades técnicas y fisiológicas un paso más adelante. Las células y trozos de carne, la antropofagia al poder devorar en un plato el cuerpo parte de una celebridad simulada y sentirla en tu organismo, infectándote lentamente. Un sistema de relaciones bastante enfermizo que plantea Brandon Cronenberg, hijo del gran David, que coincide conceptualmente con las primeras y segundas etapas fílmicas del padre.  

Antiviral es pornografía en estado microscópico, una píldora; su formato minimalista tiene efectos excesivos, obscenos; un plato de comida orgánica realizado con tu famoso de cabecera y su enfermedad más reciente, aquella hecha pública por todos los medios. 

Nadie está ajeno a esta obsesión, ni siquiera el mismo empleado de Lucas Clinic quien es fagocitado por su mismo circuito de acción. Incluso en esa red de comerciantes cayendo por todas partes, asumirá -con voluntad y lucidez en algunas ocasiones- los riesgos implícitos hasta exprimir toda su sangre enferma y satisfacer a un sinfín de corredores oscuros que buscan lo más reciente, lo más novedoso. 

Incluso la presunta difunta Hannah, cara absoluta de todos los productos. 

El empleado, en este caso Syd, en su versión más abstracta, luchando contra sus propias afecciones hasta innovar técnicamente, sublimar ideas en la unión de mercados regulares e irregulares. Sostiene su vida y su deseo desde su enfermedad, su fetiche, reproduciendo su versión más vital: una célula viva, una unidad de billones de ellas para perpetuar el producto con características más completas y lejos de lo virtual como es la vida humana célebre ajena, y el poder romántico del usuario haciendo lo que le plazca con ella. 

11/4/13

Saguenay



El combate duró aproximadamente una semana,
quizás dos sin tomar consecuencias severas sobre ello.

Entre la furia propia y el anhelo de sangre de los enemigos -mucho más numerosos-,
destinaba para mi interior todo el café posible contaminado de cigarro
para vislumbrar la mejor estrategia posible.
Que los aliados nunca se quebraran.

Dominar un lago con una flota imponente
o destrozar los puertos con artillería pesada pero efectiva.
Caballerías y soldados a pie embestiendo la furia de los imperios
de colonias mal construidas y con el sólo propósito de mantenerme en pie
con mis aliados suplicando claudicar el combate.

Una buena ciudad amurallada.
Un ejército en sus afueras provisto de variedad y cantidad hombres
resguardando zonas críticas.
Una buena economía de colonos productores
y una fábrica productora de madera.

El efecto devastador es instantáneo.
Los cigarrillos se consumen más pronto que el café tibio.
Mi conquistador ruso proclamado victorioso entre caídas y levantamientos
con los mejores puestos comerciales, las mejores aldeas indígenas.

Salir a la calle es difícil cuando todo tu imperio no puede terminar una batalla
y esa batalla se llama Saguenay.

Vos sos tan cobarde como tu conquistador,
impedido para salir a esas tierras que llevan siglos de sangre y muerte.

Ellas necesitan de un caballero pacificador
pleno de energía, vital
y con la mente clara y precisa.
El corazón dispuesto a amar y cuidar.

Saguenay, una pausa al planteo sobre la vida
entre los ruidos de destacamentos
y civilizaciones desmoronándose trágicamente.

Hacia el mundo paralelo, el más real de los visibles,
el campo de batalla más infranqueable a atravesar.

8/3/13

Embryophyta



Ahora no me acuerdo de casi nada.
Es difícil retener algo pero sucedió algunos meses atrás,
días después de aquella explosión, durante un amanecer.

Algunos se llenaron de aspereza,
otros optaron por la indiferencia, como si realmente hubiera opciones.
Eso los consumió.

Fueron muriendo.
Lentamente lo hicieron; en silencio.
Dejaron una estela tenue de aquello que habían sido.
Finalmente se esfumaron por completo.
Todos muertos.

Algunos, los sobrevivientes, tratamos de recordar detalles.
Organizamos nuestras memorias, intentamos esbozar alguna trama convincente,
hilamos anécdotas desgarrando –dragando- lagunas mentales.
Rumores, frases, apuntes confusos, registros de poco valor.
Todo nos sirve hasta que nos agotamos y nos rendimos.
Dejamos de hablar del tema y asumimos que todo fue superado.

Es imposible.
Lo mismo sucede cuando intentás tercamente recordar un sueño borroso.
Se diluye aún más, queda sólo la sensación de lo que generó y sólo eso.

Pasó con mi planta también.
Atestiguó aquel resplandor que brotó del cielo y ahí cambió.
Sus raíces se rebelaron contra la domesticidad de la maceta,
atravesó en dos noches la dura base de barro cocido
extendiéndose hacia los pies de mi cama,
anudándose a ellos como lianas.

Su epidermis suda durante toda la noche; siento el sonido que emite.
A partir de ahí trato de hundirme por completo contra la almohada
hacia el costado más lejano de sus raíces.
Con el inicio de sus ruidos no puedo evitar recordar el suceso,
intento reconstruirlo todo. 

Es lo único que puedo hacer hasta quedarme dormido.

Recordar no puedo, como ya dije.
Sí puedo asegurar que ciertas veces tengo miedo.
Mucho miedo.

Al incierto producto del misterio;
la oscuridad repleta de sudor y olor a savia;
la vida, que comienza recién al despertar;
la negación del recuerdo y la pérdida de la lucidez.

Pocas veces temo por mi muerte, o la de los otros -los sobrevivientes-.
Ese es el único punto que recuerdo después del incidente:
apenas una fracción de segundo después de ese amanecer dejó de preocuparme morir.

28/9/11

Rubber soul


No es exactamente el tipo de película que desearías ver una noche en compañia de amigos/as buscando terror. Me refiero a un terror escalofriante, con cierta estética pretendida, con algún tipo de guiño o intento de seriedad. O bien una película Clase B o Z con mucho gore, sexo, exploitation y quizás payasos asesinos del espacio exterior. Rubber no presenta nada de eso. Es más bien metacine, un homage al cine sin sentido, sin razones, con todas las arbitrariedades puestas a disposición del público para que se hastíen buscando respuesta o repudiando la inconsistencia de la película.

Rubber, desde el comienzo, se introduce como eso. Telequinesis, asesinato, un argumento improvisado constantemente, policías psycho killers, homenajes varios al cine de terror, al western. Incluso da un pequeño cierne para una historia de amor acosadora entre nuestro querido neumático y una joven brunette que se baña en la habitación 15 del Bates Motel puertas abiertas. 

La interpretración de la audiencia, su participación en una película. Los cuestionamientos, la necesidad de finalizar la película por parte de sus mentores. La inclusión de la audiencia dentro del desarrollo (y final) de la película. El absurdo respecto al guión y seguirlo a tabula rasa. Todo eso, es lo que hace de Rubber una pelícua entretenida, con buen humor y todos apreciamos el buen humor. O si prefieren, una película de un enigmático y desafiante neumático rodando por una ruta desolada buscando víctimas humanas o animales para descargar su maldad. 

Para los fans de Christine, sin dudas es un homenaje del tipo de sinécdoque. Para los pisteros, también. Deberían darle una chance al film de Quentin Dupieux. Al menos se introduce desde un comienzo con la absurda fundamentación de que nada tiene razón y nada merece tener una explicación. Todo es válido, incluso si nada cobra sentido durante 82 minutos de rodaje y tu atención está clavada en las vicisitudes de un neumático todo terreno.

30/7/11

Degenerados



"El 30 de junio de 1937 Adolf Hitler ordenó «seleccionar las obras del arte decadente alemán posteriores a 1910 en posesión de los municipios, las provincias y el Reich alemanes, en los campos de la pintura y la escultura con el fin de mostrarlas en exposición», para la cual debían ser confiscadas.



Bajo el título de «Entartete Kunst» (Arte degenerado) y con procacidades tales como «barbarie del arte», «disolución de la forma», o «locura completa», las obras confiscadas - trabajos de artistas como Beckmann, Kokoschka, Klee, Barlach, Nolde, Kirchner, Heckel, Ernst, Grosz, Baumeister o Schwitters - fueron mostradas al público por última vez en el Reich alemán el mes de julio del mismo año. Siguió a ésta una segunda incautación, que abarcó, entre otras, obras de Cézanne, Picasso, Braque, Gris, Delaunay, de Chin- co y Munch. Con ello alcanzó su punto culmi nante la persecución del arte moderno por parte del nacionalsocialismo.



Esta señal alarmante inició una oleada de emigración, de la verdadera, «exterior», hacia Holanda, Inglaterra, Francia, Italia, Noruega, Suiza, Checoslovaquia y los Estados Unidos, y también de la llamada emigración «interior», de la retirada al cobijo campesino o al anonimato profesional. Sea cual fuere la decisión que adoptaron los artistas, ninguna les resultó fácil. Unos abandonaron la patria, su hogar afectivo y expresivo, sus familias y amigos, se encontraron en fuga o fueron internados en campos de concentración. Percibieron en su carne el aislamiento, padecieron bajo su soledad, otros vivieron, como por ejemplo Schlemmer, haciéndose a sí mismos el reproche de verse obligados, para ganarse el sustento, a realizar trabajos que significaban una concesión artística a las normas dictadas por el poder político reinante.



Werner Haftmann, autor del libro "Arte proscrito" (Verfemte Kunst — Bildende Künstler der inneren und aÜberen Emigration in der Zeit des Nationalsozialismus>’, DuMont-Verlag Kóln 1986), fue testigo coetáneo y antiguo Director de los Museos Estatales en Berlín, y describió los problemas humanos y artísticos resultantes de tales situaciones extremas".



                                     ____________________________________

Fuente: Revista Kultur Chronik, Nº 4, 1987.

18/7/11

Deduzco


Que mentí. Mentí, mentí, mentí. En forma inconsciente, consciente, de todas las formas posibles y accesibles. Me traicioné y traicioné, aferrándome a la fantasía más que a cualquier atisbo de realidad; a los sueños, a los sueños que se adhieren a la piel como sustancias placenteras pero venenosas y que así la traspasan; colman de demonios en forma de tinta los órganos y todos los músculos. Y me traicioné. Me evadí, me llevé a mí mismo y a todo ese universo desperfecto, hacia los confines de una acción desafortunada. Llevé el sueño, el deseo, la realidad, la fantasía y la ingenuidad a un mismo plano de acción y desfiguración. Destrocé los interiores de cualquier cuarto, de mi cuarto, de aquella habitación confortable con su luz quebradiza que apenas parecía prendida; ese cuarto también lo destrocé, arranqué de sus interiores el estampado y los trozos de pared que asomaban entre las manchas de humedad. ¿Para qué? Para tornarme nuevamente en esa figura –figurita de álbum Panini no tan fácil de obtener pero fácil de preveer- que muchos ya conocen. Confusa, ambigua, frágil y siempre, pero siempre, merecedora de algún tipo de piedad, por esas mismas razones por las cuales es confusa, ambigua y frágil. Y a pesar de todo eso, una figura poseedora de cierta luminosidad esperanzadora e incluso sanadora. Con las necesidades inagotables, redentoras, perturbadoras, intensas, extrañas, incomprensibles pero siempre sinceras, a pesar de la mentira, que  están volcadas en aquel libro, en aquella causa, en aquellas palabras en boca y letra de Klaus Kinski: Yo necesito amar.  

8/6/11

La mordida

El apetito era una variable que escapaba bastante lejos de sus posibilidades. Quizás acercándose un poco hasta la reja derribada, podría ayudarse a subir a través del coche quemado, reptando su torso hasta que la sangre le permitiera finalmente deslizarse como tabla de surf hasta la base de la torre.

Le llevó horas, quién sabe. No era justamente una época donde el tiempo pudiera medirse con precisión. Levantó sus brazos desprendiendo los restos de camisa que quedaban atados a su piel y sus manos tomaron con toda la presión que sus días de hambruna habían reservado para la ocasión.

Le dio un profundo mordisco a la pierna derecha del cabo que hacía la guardia al lado de la torre; presenció con sus ojos decrépitos la desesperación humana en toda su magnitud. Sólo un rato después de que terminase el espectáculo, cayó un balazo en su cabeza que rebanó trozos de cerebro por todo el patio del refugio.

Los niños del campamento se escaparon del cuidado de sus padres y fueron a chapotear en el charco de sangre. Los militares, mientras tanto, apuntaban a la cabeza del cabo malherido. Los gritos y advertencias de los padres fueron silenciados por la ejecución; los niños estallaron en risas ante el disparo y siguieron su travesía corriendo tras la reja en una huida infantil masiva. 

4/10/10

Monstruitos



Un cocktail de cine desastre -refiriéndome a Monsters- con otra sonoridad (quizás la del lenguaje de las ballenas) que puede resumirse desde una óptica simplista, de esta manera:


Bienvenidos nuevamente, al comienzo del final.

2/8/10

Los rabiosos


Echan espuma, echan sangre.

Rabia.

Rabia!

Entre más pienso esa palabra,
más la siento arder por dentro.

Rabia que se esparce como copos de nieve
decorando el villancico de los niños,
reunidos en torno a un fogón de camping,
ellos, los rabiosos,
les escupen borbotones de sangre.

Esa música siniestra,
repleta de todo el terror que ni una infancia
de películas de monstruos pudo proporcionar.
Esa música suena en mi viaje
mientras veo a los rabiosos
blasfemando las vitrinas de tiendas caras,
organizando festines en sus peregrinaciones,
devorando las capas de piel de monjas,
monaguillos,
chicxs scout,
adolescentes rockers cristianos.

Los rabiosos en fuga.

Echan espuma, echan sangre,
sangre y espuma,
ante el glorioso y coagulante ícono de la vírgen Luján.

8/5/10

Las empresas bicentenarias que la revolución impúdica nos dio


No asumir errores, sin dudas, es parte de una cultura de trabajo perfectamente idiota y caníbal. Supongo que la única forma de empezar a "hacer bien las cosas" deba ser que los altos cabezas -entiéndase por ello las jerarquías más nobles y castas- que comandan dicha empresa, asuman finalmente que tienen una corporación de mierda.

24/2/10

Cine Detergente (o vamos los pibes, carajo)

Sin dudas, nada más escabroso y perturbador que esperar en la morbosa clandestinidad de la piratería aproximadamente cinco meses para verificar que una buena película de terror contemporánea española tiene su origen fundacional / argumental en un gusano de tequila. 

De más está decir que todo se fue al pozo ciego: el cura oh eminencia del Ministerio de Salud por el Combate contra los Posesos, que comanda un escuadrón corte counterstrike de cyber a las 7 de la matina - sin olvidar al argentino que aporta humor arengando por Kempes y sumando típicas riñas futbolísticas de quién la patea más glande - y como si fuese poca la cosa, el catolicismo tiene un protagonismo ridículo que desmorona lo bueno que existió en una primera entrega. 

Sin dudas, ahora sí estamos ante una película española, nada más evidente que esta secuela (de mala hostia).


Se viene a mi memoria, producto de una asociación libre o como bonus track de mi memoria residual, Honey, I shrunk the kids y en contraposición con Rec 2, la siento una película íntegra, madura y hasta más reflexiva. Hasta tiene más sustento argumental y terror durante la persecución de los insectos gigantes en el jardín.

13/2/10

Acerca de la importancia de la gramática en la pornografía sentimental















En una crítica sobre Precious hecha por Manuel Yáñez Murillo para la revista digital Otros Cines, hubo un pequeño furcio que un agudo y corrosivo lector supo detectar y aprovechar para hacer más agradable la seriedad del enfrentamiento de detractores y defensores de la película.











Jó.