25/2/05

De ojos vivos

En sus ojos, no vi más muerte que en mis manos
tal vez esa sea la certeza que limpiaron los aires estivales.
Conversó de su ciudad, acerca de una pequeña filosofía de vida,
puede ser ese un pretexto para aferrarse a la naturaleza,
a la de las tierras, no a la de las palabras.
Nunca se tan pequeña como para eludir los gigantes
ni rememorar las distancias de los recuerdos.

No hubo más amor en sus letras por sus hijas,
que en la entrega ciega de calidez tan humana,
tan humana aquella que los Dioses lloran,
lloraron por su porción de mortalidad al mundo.

De sus orígenes perdidos, entre una morena y un eslavo
Yo, sólo me presté a brindar por su salud, su frágil salud.
A manera de canto a la vida,
defenderme así de los encuentros oscuros de la vida.

24/2/05

Antes del amanecer

Un desconocido le gritó a un señor que ingresaba a su casa, que le permitiera la entrada ya que estaba desprovisto de refugio esa noche.
El anciano le respondió:
-No veo bien durante la noche, lo siento.
Cerró su puerta y dejó detrás de la cerradura su última sombra nocturna.

18/2/05

Manifiesto Marcial

Facta, non verba


Benditos sean aquellos que lean estas líneas,
Palabras dignas que atentan contra el vasallaje del alma,
Puesto que sólo eso nos hemos remontado a hacer durante toda la historia.
Para ello, hemos cubierto de arena los campos repletos de trigales
Y hemos nutrido a nuestras reses con las mejores cosechas.
Combatid, hermanos de Galia, sólo eso nos liberará.
Debemos deshonrar aquellos que cobardes en sus actos y maniobras,
huyen de las trincheras como enfermos,
Acribillaremos a todo aquel que impetuoso, se levante contra nuestras órdenes.
No queremos distracciones y procuramos lealtad absoluta a nuestras normas,
Que bien clara han sido dispuestas en terreno divino desde los bellos tiempos
Cuando los conquistadores no presagiaban miedo alguno entre sus hombres.
Dejaremos la glotonería y la cortesía finalmente, así como los sentimientos egoístas,
No toleraremos el llanto ni la pérdida, hemos sido entrenados para masacrar
Hemos sido elegidos entre millones para aplacar el nombre del enemigo.
Heriremos todo aquello que camine en el sendero opuesto al nuestro,
Destronaremos sus cabezas cortando las yugulares con nuestras espadas bañadas en oro,
Oro de nuestro Reyes extintos en lujurias que nosotros jamás conoceremos, mal de los hombres con corazones impíos.
No haremos nuestras plegarias mientras luchemos porque deshonraríamos a nuestro Señor, sólo revestiremos las tierras a Su gloria y veneraremos Su lucha armada.
Mataremos a todo sabueso del infierno que se eleve entre las laderas que cubrimos
Y abriremos fuego a los mástiles que carezcan de nuestro sello modesto.
Cerraremos las tabernas y burdeles, lavaremos en agua ardiente a todo nativo,
No deseamos, sólo nos entregamos a nuestra necesidad. Mantened la vista atenta al frente y a la retaguardia, no moriremos por la negligencia siempre necia de un miserable borracho.
Liberemos nuestras damas acosadas por la oscuridad del pueblo vecino, por la injusticia fálica que gobierna a los hombres de los otros Reinos, no merecen llamarse siquiera humanos. Bestias, honraremos nuestros hijos con la sangre de aquellas bestias.
Vertientes de ríos impúdicos que bañan nuestros hogares en las mañanas.
Nuestro niños se consagran desde temprano al maldito destino de los insanos.

Cuando terminemos, habremos comprendido nuestro combate. Podremos beber el jugo del muérdago junto con el roble, brebaje preparado por nuestros más sabios sacerdotes druidas. Devotos siempre a Ram, pediremos por su atención y nos prestaremos a callar nuestras armas. Así podremos contemplar finalmente la sensatez, peldaño invisible que se esconde a nuestros ojos de sirvientes. Así elevaremos nuestra marcha hacia las constelaciones, cuando seamos el único reino y creemos una única dinastía. Nuestra sensatez llegará, sabedlo, prestemos nuestros yelmos a la cicatriz ardiente del combate y sólo así llegará. Sensato, sólo puede ser nuestro devenir.

Escrito por el apasionado señor Marchant, que al no saber girar a su derecha, ya que no la distingue de la izquierda, ocupó su tiempo en esta carta, sana cura para voltearse y desplegarse de manera correcta entre los transeúntes.

17/2/05

El elefante ciego

Hemos remado mis brazos y yo
los discontinuos pasos a través del tiempo.

En las orillas, la ciénaga esperaba de pie
atada al mástil, cubierta de alimañas agrestes.
Astillas dóciles al campo.
Estacas condescientes a las esferas.
Estigmas saboreados por el áspero desierto,
convaleciente el sereno, sólo el sereno.
Dispuesto al silencio de las estrellas.

Cenamos esa noche bajo la caricia de un velador ubicado junto al postigo.
Comimos conceptos y los encontramos erróneos, faltos de sabor.
Faltos de solidez, aceptamos la blandura de nuestras creencias,
lloraron nuestros ojos a los cultos que en familia fueron callados.

La brutalidad de las especies nos cerraron los ojos,
y jamás volvimos abrirlos, por temor a enceguecer realmente.
Demasiada luz, temimos la sincera compasión sacra que vino a nosotros,
mis brazos y yo. Temimos más a la verdad que a la ceguera.

2/2/05

Gustafsson

a Greta

La humedad de los senos enjabonados, sin prisa.
Esos ojos están confiscados por las liebres que paren aristas en las bocas de los jóvenes,
¿A dónde te has marchado? Ya no te veo, perdida entre las redes de los barcos.
Quizás en algún ómnibus hecha de apuro, envuelta en los capullos de un amanecer que pende de nuestros labios. Me embargó la razón la cal del sueño, el mismo que me conduce frío hasta tu imagen, borrosas víctimas del ensueño. Eso añoramos ser y sin oposición, terminamos por serlo.

de André Kertész

Bella Garbo, para enamorarse. De Eward Steichen.

Provación ulterior (o uterina, no lo sé)

No es que importe, pero es largo el trecho lagrimoso hasta tus memorias.
¿Si me molesta el sol chocando contra mi cara de frente? Es simplemente el atardecer.
¿Podría molestarme alguna vez cómo gira el sol en torno al universo? ¿O el universo en torno al sol? De todas formas, no soy astrónomo.
Sólo veo la sonrisa de un anciano sentado, dejando pasar lo absurdo del tiempo sobre su falda. No puedo replicar, porque debo hurgar mi barbilla.
No es que me moleste, es sólo la ciudad, y el pavimento que me aprisiona. Ya hablamos de libertad, de eso no se trata. Es simple evidenciarnos ante lo perplejo de la situación.
Es sólo ver un Hamburg Süd vacío de mañana, frente al río oscuro titubeando si crecer o echarse atrás, como un cobarde diurno. Pero nosotros no podemos ver, sólo podemos huir del duelo, yo por la sini-e-stra, vos por la diestra. Pero ni siquiera necesito de armas. Me echo atrás de mis sentimientos bélicos, incluso de los pacíficos. Sin sentimientos, me siento satisfecho. No es conformismo, te equivocas. Es aceptación de una elección, que es totalmente diferente. Como aceptar la timidez de nuestras manos cruzarse en los desvíos, o sentarse en un banco de plaza y temerle inocentemente a la mirada de una mujer al lado. Es bello. Por eso acepto.
Hace frío. Veo a tu cara, a tu labio inferior; cómo declina ante el viento que entra por la ventana. No es invierno, pensamos que tal vez fuese verano. Dudamos de todo. Pero sabes algo, hay sólo una certeza entre nosotros y nuestro entorno. La maravilla de ese gesto ancestral de sentarnos. Es un simple detalle, pero si estuviera parado, tal vez hubiera huido antes de hundirme de nuevo en tus memorias. Tal vez hubiera instigado al río a crecer.