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2/2/17

Sierras y cigarras



El sonido del aserradero combinado, solapado al canto de las cigarras.

En realidad, es el ruido de sus alas durante el proceso de apareamiento. El manoseo embarcado que se expande sobre la corteza de las ballenas cogiendo en Puerto Madryn: turistas instagrameando el semen cetáceo.

La siesta no emite sonidos, admite manoseos. Trato de evitar el apareamiento con el sudor evaporándose entre las sábanas.

Es verano, de otro modo sería imposible describir esto; pensar en quienes dicen a menudo chicharra. Admitir la cadena de sonidos asociados con tanta perfección, descartando al aserradero. El olor a orín impregnado a los trozos de madera que vuelan sobre la medianera. La excitación de los chicos en la terraza revoleando fruta podrida. Los ruidos de la pelopincho vaciándose.

4/5/15

Vote DES-LIMITES (Fragmentos de un discurso panfletario)



Por Daniel Link


Jorge Luis Borges, que siempre sospechó de las ideas sencillas, hubiera amado, sin embargo, ésta. DesLímites, como un aleph borgeano, es el nombre de una utopía en la que todo cabe: la pampa, el Río de la Plata, los inmigrantes italianos que cambiaron la forma de hablar en Buenos Aires, los inmigrantes peruanos y bolivianos que piensan que en este país arruinado por la historia pueden, a pesar de todo, empezar una nueva vida, los proyectos de los grandes inversionistas, los sueños de las personas que sólo gustan de caminar de noche por la ciudad, el arte, el deporte, la política, la ciudad de Buenos Aires, la provincia de Buenos Aires, en fin, la vida entera. Porque DesLímites no es solo un proyecto para limpiar el Riachuelo. Tampoco es un proyecto urbanístico de esos que los estudiantes e investigadores de las facultades de Arquitectura perpetran para calmar las malas conciencias de los administradores del espacio público. DesLímites es un estilo de vida, una utopía política, el nombre (¿puede haber una idea más hermosa que des-limitar?) de la felicidad futura.

Y es tan sencilla la idea de DesLímites que no se entiende cómo alguien no la entiende y no entiende su necesidad. Hay en el centro del gigantesco conglomerado urbano en el que se ha convertido Buenos Aires (que va desde La Plata hasta Tigre, en la costa, y hasta Pilar y General Rodríguez, hacia el oeste)unas 10.000 hectáreas abandonadas y listas para ser utilizadas en la transformación (política, cultural, estética) que la Argentina necesita si no quiere desaparecer del concierto de naciones favorecidas por la mano de Dios. La cuenca del Riachuelo-Matanzas (que DesLímites elegantemente denomina El Valle del Riachuelo-Matanzas) ocupa el centro de ese conglomerado, atravesado por uno de los ríos más degradados del mundo, el Riachuelo. Como resto de escritura (como trazo de tinta sobre un mapa), DesLímites propone recuperar ese valle y transformarlo en lo que realmente es, el centro de Buenos Aires, un eje simbólico de articulación de la vida económica y cultural. El Valle del Riachuelo-Matanzas liga el campo y el agua, los puertos de ultramar y el aeropuerto internacional, los barrios y el centro, la provincia y la ciudad, los negocios y la vida cotidiana, las reservas ecológicas urbanas, los bosques y las fábricas, el pasado con el futuro, lo útil y lo bello (no hay que perder de vista que DesLímites reinvindica sobre todo una idea de belleza: por eso incluye en su programa todo el arte actual), el amor y el deseo.

Nadie podría discutir la necesidad de un transporte público eficiente (digamos: un tren) que una el centro comercial de Buenos Aires con su aeropuerto internacional. Nadie podría objetar la necesidad de apartar de uno de los mayores conglomerados urbanos del mundo las industrias petroquímicas que ponen en peligro la vida de sus habitantes. Ninguna persona en su sano juicio podría ignorar los beneficios que implicaría la recuperación del Riachuelo como vía de transporte y como espacio de recreo. Precisamente, DesLímites es un proyecto juicioso (siendo, como es, por otra parte, un proyecto desquiciado) y por eso es un proyecto irrefutable, en su totalidad y en cada una de sus partes.

Si alguien no lo ve así es por necedad política, rencor histórico o ceguera ante la escala del proyecto. Porque si DesLímites es un proyecto desquiciado es por su escala, de tal envergadura que pueden llegar a no verse sus alcances y sus consecuencias, y porque no hay manera desectorizar (a diferencia del resto de transformaciones urbanas que hemos sufrido en los últimos años). DesLímites es un proyecto total: por eso es un estilo de vida y, hay que agregar, un estilo de vida mejor: el mejor estilo de vida.

El valle del Riachuelo-Matanzas imaginado por DesLímites beneficiará a la provincia de Buenos Aires, a la ciudad de Buenos Aires, a los criollos viejos y a los nuevos inmigrantes, a los ricos y a los pobres, a los amantes del deporte y a los aficionados al arte, a los empresarios, a los políticos y a los trabajadores, a los niños y a los que gustan de las flaneries urbanas. Si alguien no lo ve así es por necedad política, rencor histórico o incapacidad de amar. De todos modos, estamos dispuestos a escucharlos: que alguien formule una intervención pública mejor que DesLímites y será considerada. Mientras tanto, DesLímites es el nombre del futuro.

Por eso a Borges (y también a Sarmiento, y también a Rodolfo Walsh, por diferentes razones) les hubiera encantado trabajar para DesLímites: se trata de fundar un mundo, con la certeza de que ese mundo será diferente (Borges), mejor (Walsh) y definitivo (Sarmiento).

Fundación PROA, 1999

26/2/14

Crónicas del Litoral



En realidad esta crónica nunca comenzó -y si acaso esto fuera su inicio sería la sobremesa del final de viaje- pero cobra sentido este post sólo por ser parte de un descubrimiento una vez ya instalado nuevamente en Buenos Aires, cuando el tiempo de ocio me permitió revisar inquietudes litoraleñas que quedaron volando como baba del Diablo por los aires.  

"Soy mutante" es el sello de uno de los integrantes de la banda rosarina Matilda. Apresurado, paso a compartir uno de los discos que me despertó curiosidad al instante. 

También dejo a disposición el sitio de Rosario Indie, a pesar de que tengas severas dudas sobre "lo indie" desde hace meses o años. Nomenclaturas más, nomenclaturas menos, vale la pena visitarlo.

11/9/13

Happy endings


Las historias ocurren sin necesidad de ser protagonizadas; prescinden de nuestra presencia y nuestras acciones, quizás con el cumplido de ser talentos desmedidos. Simplemente pasan, como cualquier situación. Pensar este momento mundial como algo crítico o determinar que es una época especial por algunas circunstancias son cuestiones que el revisionismo histórico del futuro se encargará de agrupar en catálogos que estarán a la venta en saldos. 

De todas formas, en el auge de las 1001 películas que tenés que ver antes de morir, en la diversidad y en el cinturón ecológico donde se deposita cada molécula virtual que oscila y destella en internet, es agradable sentir una idea de presente y preservar en el tiempo lo posible; llevar un registro de situaciones que no harán a la historia universal pero sí a una pequeña tejida por un narrador que pueda llevarse en su memoria y palpar con un grado de felicidad al recordarla. 

Esa historia es la que me interesa, como la de Menchi y el excelente final de este animé llamado Excel Saga. Como aquella primera vez que lo vi compartido por mi hermano menor, Panky. Momentos que quedan atrapados en breves y sencillas historias que difícilmente -y sanamente- no estarán enmarcadas en ningún cuadro de honor. 



21/5/13

Porno virus




El terror es una puesta bellísima llena de bacterias y microorganismos funcionales a un mercado, a una población hambrienta de sujetos. También es una respuesta a una demanda más exquisita, detallada, precisa. La insatisfacción frente a una fuente desbordada de recursos de placer y estímulos inmediatos. La creación de nuevas formas de parafilia para complacer al cliente.  

Un consumo pornográfico que intenta penetrar en las cavidades más oscuras de las celebridades, sintiendo en el propio organismo del usuario aquellas imperfecciones que les afectan, sea un herpes o un virus manipulado por laboratorios. 

Una aproximación a una corporación que puede tener el mismo formato -e incluso las mismas consideraciones en relaciones estéticas- que una perfumería en su aspecto más farmacéutico. Limpieza, blanco resaltado, eficiencia; optimizados todos los detalles, esterilizado todo soporte externo para llevar al usuario a un surtido catálogo de enfermedades de celebridades con la transformación específica que puedan provocar en el corto o largo plazo. El discurso insistente sobre la belleza de un empleado que se vuelve como una plegaria orgánica, una poesía existencial, un manifiesto de vida. 

Syd March es un mercenario. Un empleado con cierto conocimiento técnico, acomodado a un sistema de trabajo regular -e irregular- que funciona para ambos del mismo modo, como un empleado convencional y de bajo perfil. También en su propia sed laboral está la del consumidor enfermo, ser su propio cliente ante el encantamiento del fetiche. No puede ni se permite tomar distancia de sus sueños, sus anhelos de inyectarse en celebridades; el producto es su propia empresa -sea Lucas Clinic o su competencia- y su propia tendencia estimulante para vivir cada jornada con experiencias más vívidas. 

Hannah Geist podría ser una semidiosa que forma parte -y gesta- todo este escenario. Una cara de rasgos delicados y fríos que podría ser una actriz del Hollywood de los años 50. Una piel suave, traslúcida. Eje del deseo y la cúspide del mismo. Una portada en la marquesina y la imagen corporativa del encanto de la enfermedad. 

Las imágenes televisivas de paparazzis en visión infrarroja llevando las posibilidades técnicas y fisiológicas un paso más adelante. Las células y trozos de carne, la antropofagia al poder devorar en un plato el cuerpo parte de una celebridad simulada y sentirla en tu organismo, infectándote lentamente. Un sistema de relaciones bastante enfermizo que plantea Brandon Cronenberg, hijo del gran David, que coincide conceptualmente con las primeras y segundas etapas fílmicas del padre.  

Antiviral es pornografía en estado microscópico, una píldora; su formato minimalista tiene efectos excesivos, obscenos; un plato de comida orgánica realizado con tu famoso de cabecera y su enfermedad más reciente, aquella hecha pública por todos los medios. 

Nadie está ajeno a esta obsesión, ni siquiera el mismo empleado de Lucas Clinic quien es fagocitado por su mismo circuito de acción. Incluso en esa red de comerciantes cayendo por todas partes, asumirá -con voluntad y lucidez en algunas ocasiones- los riesgos implícitos hasta exprimir toda su sangre enferma y satisfacer a un sinfín de corredores oscuros que buscan lo más reciente, lo más novedoso. 

Incluso la presunta difunta Hannah, cara absoluta de todos los productos. 

El empleado, en este caso Syd, en su versión más abstracta, luchando contra sus propias afecciones hasta innovar técnicamente, sublimar ideas en la unión de mercados regulares e irregulares. Sostiene su vida y su deseo desde su enfermedad, su fetiche, reproduciendo su versión más vital: una célula viva, una unidad de billones de ellas para perpetuar el producto con características más completas y lejos de lo virtual como es la vida humana célebre ajena, y el poder romántico del usuario haciendo lo que le plazca con ella. 

8/3/13

Embryophyta



Ahora no me acuerdo de casi nada.
Es difícil retener algo pero sucedió algunos meses atrás,
días después de aquella explosión, durante un amanecer.

Algunos se llenaron de aspereza,
otros optaron por la indiferencia, como si realmente hubiera opciones.
Eso los consumió.

Fueron muriendo.
Lentamente lo hicieron; en silencio.
Dejaron una estela tenue de aquello que habían sido.
Finalmente se esfumaron por completo.
Todos muertos.

Algunos, los sobrevivientes, tratamos de recordar detalles.
Organizamos nuestras memorias, intentamos esbozar alguna trama convincente,
hilamos anécdotas desgarrando –dragando- lagunas mentales.
Rumores, frases, apuntes confusos, registros de poco valor.
Todo nos sirve hasta que nos agotamos y nos rendimos.
Dejamos de hablar del tema y asumimos que todo fue superado.

Es imposible.
Lo mismo sucede cuando intentás tercamente recordar un sueño borroso.
Se diluye aún más, queda sólo la sensación de lo que generó y sólo eso.

Pasó con mi planta también.
Atestiguó aquel resplandor que brotó del cielo y ahí cambió.
Sus raíces se rebelaron contra la domesticidad de la maceta,
atravesó en dos noches la dura base de barro cocido
extendiéndose hacia los pies de mi cama,
anudándose a ellos como lianas.

Su epidermis suda durante toda la noche; siento el sonido que emite.
A partir de ahí trato de hundirme por completo contra la almohada
hacia el costado más lejano de sus raíces.
Con el inicio de sus ruidos no puedo evitar recordar el suceso,
intento reconstruirlo todo. 

Es lo único que puedo hacer hasta quedarme dormido.

Recordar no puedo, como ya dije.
Sí puedo asegurar que ciertas veces tengo miedo.
Mucho miedo.

Al incierto producto del misterio;
la oscuridad repleta de sudor y olor a savia;
la vida, que comienza recién al despertar;
la negación del recuerdo y la pérdida de la lucidez.

Pocas veces temo por mi muerte, o la de los otros -los sobrevivientes-.
Ese es el único punto que recuerdo después del incidente:
apenas una fracción de segundo después de ese amanecer dejó de preocuparme morir.

25/1/13

El certificado de defunción del líquido





En aquel futuro, cuando dejes de soñar con agua,
abandones por completo tus inundaciones y pesadillas líquidas,
se extenderán por toda la Tierra enormes planicies desérticas y áridas. 
Estériles como corazón de guerrero convaleciente.

Emergerán gigantescos mega hoteles mil estrellas,
casinos poblados por luces convulsionantes,
música random de algún Dj set preparado décadas atrás para tal propósito.

La totalidad del planeta será Las Vegas.

Estaremos perdidos en el tiempo,
el lugar será infinita y pesadamente igual.

No habrá diferencia entre noche y día.
Las yararás controlarán las rutas.
La única clase obrera será el croupier.
La divisa que regirá al mundo será una ficha de plástico blanca.

4/8/12

La nave exploradora y las aventuras espaciales del Capitán


Dedicado a la dulzura necrofílica del Capitán del espacio, Angelito y su magia titánica. 


Hoy quisiera viajar.

Viajar de veras y verdades como nunca hice,
como pocas veces sentí la necesidad.
Salir de casa, o de pronto ir al patio
y tener un cohete espacial esperándome en mi jardín.
Que esté cubierto de rocío, lleno de ramitas maltrechas y frutos secos.
Viajar como aquellos niños exploradores en los 80s
descubriendo magia en la ciencia
a través de revistas de catálogo
o cosas concretas:
maquetas sci-fi en Thunderbirds,
imágenes de Conozca más,
la voz de Jack Paladance doblada al español,
una colección de mi padre de cartas ancestral de historias marcianas ,
secuencias extraordinarias del Cosmos de Carl Sagan,
autopsias a extraterrestres en video VHS.

Con todo ese instrumental
proveerme de la mejor nave y partir solito.
Aventurarme como nunca contra todos mis miedos
contra todas las gravedades
contra todas las seriedades.
Tocar el culo más oscuro del espacio
hasta la profundidad y abrirlo totalmente:

Sentirme
al fin,
parido.
Eyectado hacia el medio de la nada.

Y que ese sea el espacio, cubierto de luces de neón,
escenografías baratas de sitios increíbles,
planetas deformes y de colores estridentes
de los que nunca recuerdo sus nombres exactos.
Ver entre el paisaje astronautas perdidos,
satélites obsoletos de la URSS o Estados Unidos,
robots trepados a chimpancés y perros
o viceversa,
con música de Vangelis en cassette obrando como cortina musical.

Entre todos esos incidentes
de cosmonautas y ficciones increíbles
sentir cómo eyaculan esos planetas imaginarios,
esas galaxias lejanas,
un chorro impresionante de dulce de leche
desparramado entre capas abundantes de chocolate
y cómo todo eso lentamente cubre por completo el cosmos,
como si se tratase de The Blob
devorando a Carl Sagan, Jack Paladance,
Ripley.
Todos y cada uno de ellos,
envueltos por una cantidad desproporcionada
asfixiante
superflua
de dulce de leche y chocolate
derritiéndose al instante con toda la maravilla del sci-fi artesanal
como el de las maquetas de aquellos triunfantes capitanes de Thunderbirds.

Mis sentidos colapsados con el recuerdo de Quilmes
y mi primera ingesta del Capitán del espacio
como un debut epicurista,
acto iniciático de un brebaje druida
empalagoso,
gula salvaje de la cual nunca me desprendería.

Magnánimo, el Capitán mirando solemne como una figurita
propia de una infancia anacrónica que no me corresponde
y sin embargo se apropia de mí.
Una porción de la infancia nunca vivida pero deseada
como mi nave exploradora.

El Capitán victorioso saliendo entre todo ese conjunto de dulzuras
vistiendo de un dorado plástico como envoltorio
con una presencia de falso 3D o en tres capas,
despegando con su nave o volando como Mighty Mouse
bañado en las victorias galácticas del dulce de leche
y esparciendo más chocolate a través de sus puños mágicos,
alimentando todas las bocas furiosas de la humanidad,
alienígenas y galaxias hasta saciarlos,
ensuciarles las comisuras de sus bocas
con un sabor vicioso difícil de despojar.

Y yo seré testigo,
pequeño testigo en silencio,
aventurado en mi nave exploradora 
comiendo la eternidad del espacio
en forma de alfajores triples.
Alentando épicas galácticas
de eras improbables,
venerando la figura de un Capitán dorado
manchado por dulce de leche. 


Nowhere Man by Gershon Kingsley on Grooveshark

21/2/12

Renegados


Primero, un detalle. 

Rage against the machine hace una excelente versión de "Renegades of funk" que fue a través de la cual conocí la original, la de Afrika Bambaataa

Después el resto se dio solo, naturalmente; me refiero precisamente a hundirme como un yonkie a navegar entre la vieja old skool del hip hop y algunas cosas preciosas del funk. 

Esas distintivas bellezas aquí abajo: el germen negro.






Segundo, otro detalle. Hoy más que nunca desearía ser negro.

30/1/12

Confesionario musical


Confesionario, pero sin la presencia de Jorginho Rial, ni la de Cecilia Szperling ni párrocos de ningún tipo. A modo de agasajo, un banquete a compartir. 

La experiencia de libertad creativa entre un grupo estimado de diez personas es un acto de comulgación mínimamente exquisito. Exquisito y raramente acontecido en mi vivencia; quizás lo mismo suceda para otros. Me resulta muy significativo en este caso poder compartir dicha experiencia ahora. 

Cuando me refiero a libertad, es algo que afecta a cada partícula. Se prende como garrapata a los poros y se manifiesta en total plenitud como un estallido orgánico y espiritual. Como si volaran de repente Las Vegas dentro de un envase utilizado para esferas de nieve.

Hace unos meses -con entusiasmo, recaudo y sobre todo inquietud- empecé un taller/laboratorio/playroom de experimentación sonora que daba una colorida presentación de temario. Gratuito, inicial, prueba piloto. Todas las características definidas como experimentales e innovadoras dadas por defecto como carta de presentación. Además, gestado y coordinado por dos de los integrantes de un grupo experimental al cual sólo había escuchado por la web pero cuyo nombre generaba entre mis contactos respeto. “A los gauchos psicomísticos del miasma”

Me sentí agradecido por la admisión habiendo un cupo limitado y reconociendo mis limitaciones como músico, sumado que era un desconocido para los profesores. Emocionado, desde el momento de completar la ficha de inscripción, poseedora de un grado atractivo de composición. Amistosa pero más filosa que una primera entrevista con un terapeuta. 

Me siento agradecido, nunca mejor expresado en su literalidad, respecto a la sensación de bienvenido para formar parte del inicio y desarrollo del taller. Primero, al poner a prueba mi voluntad y constancia; no recaer en estados abandónicos que acompañaron casi todas las actividades que emprendí. Segundo, por sostener aún terminado el taller la experiencia y poder seguir disfrutándola. 

Un breve paréntesis. 

Nunca hice uno de los ejercicios de base que pedía el taller. Un compilado en CD. Retomando algún análisis retrospectivo de mi relación con la música, daba como ejemplo mis primeros cds, allá por 1994 en Foz do Iguaçu. “Dangerous”, de Michael Jackson, y “Acid eaters” de The Ramones. Esa combinación es parte de lo amplio, relajado pero selectivo que siempre fui con la música. Como hablé alguna vez con mi amiga Irupé, existe obviamente una relación con cierta música a nivel corporal, en otros casos más intelectual y en otros puramente espiritual o intuitiva. O puramente experimental, para crear desde el estado más puro y despojado, con el cuerpo y alma en acción.

Cierro el paréntesis, le pego una patada y me quedo con lo intuitivo, que forma parte de mi búsqueda en todos los aspectos de la vida, sin poder omitir la gran porción de raciocinio que me domina. Eso había comprendido muy bien Hernán Hayet, el único profesor de música al que fui a los 18 años para aprender a tocar el bajo. También entendió y siguió mi simpatía por tocar algo diferente, salirme de lo convencional. Y finalmente también entendió que en un momento me había aburrido de las clases y mi dispersión era muy alta.

La vocación musical siempre fue entre mis actividades, la que tenía más técnica, burocracia y obstáculos para implementar en forma práctica, por ello en la secundaria la tomé por el lado de cantar en varios grupos, o en realidad casi siempre el mismo pero bajo diferentes nombres y leves cambios de formación, pero casi siempre acompañado del hermano Fran. Después de mi primer instrumento –que no fue un bajo tal como había pedido sino una guitarra eléctrica porque el vendedor sugirió que iba a ser mejor para aprender y tocar solo- intenté tomar la iniciativa. El bajo para mí significaba groove, sexo, bajo perfil. Ideal. No quería el narcisismo molesto de la guitarra. Buscaba el núcleo del soul y durante un año, en paralelo con mis clases de bajo, en “La suma debilidad” me relacioné ampliamente y crecí a través de la ejecución del bajo como tal, ensayando una vez por semana, tocando en vivo y haciendo todo lo que hace una banda medianamente convencional, aunque ésta tampoco realmente lo fuera del todo. Pero ese es otro tema, otra canción, otro tópico. Una anécdota cariñosa levemente tétrica.

Dejé el bajo, lentamente. Colmado de polvo y roña. Nunca me acostumbré ni me encariñé de lleno con mi bajo actual siendo el previo del mismo luthier pero de cuatro cuerdas, otro formato, otra madera, otro color. Ese murió despedazado en un trágico acto de arrebato de rabia por parte de mi padre. Creo que el duelo material forma parte del rechazo. Y lo dejé en reposo, descansando verticalmente durante una década.

Hace unos meses volví a tocarlo por sugerencia de un amigo o ex amigo, Matías, de Good time for Dynacom. Quería un bajista y siempre hablamos de hacer música juntos, así que me invitó a probarme a su banda pero obviamente no estaba a altura de la circunstancia ni necesidad musical de ellos, por más simple que fueran de tocar todos sus temas.

La mencionada década –marcada entre 2001 y parte de 2011- me dejó aspectos de creación sonora más que musical. Un disco llamado “Ríos”, hecho con micrófono de pc, bases de Fruity loops y samplers de todo tipo; concebido en la oscuridad de algunas semanas de 2002/2003. Luego de eso un curso de edición musical, la posibilidad de una banda electrónica usando sintetizadores virtuales elaborados por nosotros mismos, emulando un Kraftwerk de Constitución. Abandonado. Retomé con “Pétalo de otoño”, lo más experimental que debo haber hecho donde recurrí a una guitarra criolla, cáscaras de una planta, didjeridoo, voz y flema. Escupir todo mi interior dentro de un cuarto. Escupiendo y vomitando sobre mí y toda la amplitud espacial de esa pieza que fue mi refugio del mundo exterior por unos meses. Todo eso, grabado con el micrófono de un reproductor mp3 en 2006.

Entonces,
¿qué confieso?

Confieso sintéticamente un camino buscado y el goce obtenido tras encaminar mi creación musical a través de lo experimental, no siendo este concepto el que más atractivo me generara a la hora de escucharlo pero logra convocar todo tipo de inquietudes gestarlo. Confieso que encontré un bosquejo de oasis poblado por personas diversas, heterogéneas en sus búsquedas y en su formación (musical y no musical). Un sistema de señas. Un espacio que considerado –o contemplado- desde afuera, me hubiera resultado inaccesible encontrar y permanecer.

Aprender sobre eso y relacionarse desde lo creativo, a veces estrictamente. Sentir esa posibilidad de compartir/se, la idea de ¡No hay banda! ni se sigue una pauta como tal en su concepción ni en su grado de vivencia; sí respecto al grado de compromiso como proyecto. Un punto justo de equilibrio, ese matiz gris tan sinuoso a la hora de atraparlo para los extremistas crónicos.

Entonces, como decía, confieso sentirme lleno de alegría y sentimientos positivos, alojado en un estado de gracia inmenso tocando en ensayos masivos o de grandes ausencias –incluso la propia- o en vivo, ante el bravo calor de las luces y los aires tropicales deformes. En ese sentido, me permito seguir descubriendo, si bien insisto en mi ineptitud musical acrecentada por falta de práctica. Me vuelco con una ejecución económica a compartir y desarrollar una idea colectiva coordinada y ciertamente, muy afortunada. Eso es parte de lo que ofrece NoiseLab Kabinett, o cual sea su nombre tan mutable como su formación; es parte de una idea de libertad a desarrollar. En el sonido, en la vida.

Un hallazgo, como dije antes. Un oasis cuando las inquietudes nunca daban con el espacio para largarse a nadar desnudas en la pelopincho, a la vista de todos los vecinos, maestros, profesores y familiares de mirada severa y criteriosa. Eso, básicamente, es mi sensación de sinestesia provocada por el taller/grupo humanoide/comunión sonora.

19/1/12

¡Habemus CD!




Con el taller/laboratorio de experimentación sonora que estoy haciendo junto con otras mentes y culos inquietos, luego de meses de sesiones grabadas y ediciones de las mismas, decidimos lanzar un disco. Ya tocamos el 6 de enero en el Centro Cultural San Martín y el 28 de enero tocamos en el Centro Cultural Matienzo. Tendrán novedades pronto de eso pero de momento me aboco al disco -que pueden bajar y/o escucharlo gratis ACÁ- y paso la info del mismo:


Orquesta Rizomática del Noiselab Kabinett integrada por:

Alan Serué: violín (melódico armónico)
Dionisio Pérez: violín (atonal cósmico)
Diego Lambertucci: violín (eléctrico procesado)
Vanesa Iris Chaim: trompeta, radio am y walkman alterado
Zigo Rayopineal: theremin, kaos pad, soundscapes y stylophone
Pablo Séspedes: calimba amplificada y piezoeléctricos varios
Facundo Rivarola: gaita, circuit bending y diy gadgets
Guido Flichman: guitarra, loops y electrónica
Tomás Tow: guitarra procesada y artillería lúdica
Andrés Figueroa: guitarra (técnica extendida)
Fernando Ghersini: bajo preparado y ruidismo
Pablo Paz: guitarra preamp, armónicos y poéticas de thailandia
Gonzalo Ruiz: motorik bass y homemade oscilator
Débora Gotlib: la voz, los coros y el cuerpo
Dafne Narváez: xilofón, metalofón, percusión y video
Juan Martín García: cajón, objetos y visuales en vivo
Florencia Firvida: didjeridoo e intervenciones performáticas
Luciano Colman: percusión con objetos de la naturaleza
Martín Simonovich: percusión con objetos de la vida cotidiana
Santiago Doljanin: concepto e instrumentos de su propia factoría
Max Yakin Bozek: concepto, piano, sintetizadores y mantras

Producción: A Los Gauchos Psicomísticos del Miasma
Grabado en Krauthaus. Boedo. Buenos Aires, Argentina. CC©2012
Edición de Audio: Ghersini, Ruiz, Corona, Séspedes, Figueroa, Colman
PreMastering y Compresión: Walter Corona
Dirección de Arte & Diseño: Max Yakin Bozek

Noiselab Kabinett en Vivo:
Consola y Sonido: Hernán Corona / Sharpnoise
Escenografía e Iluminación: Marianel / La Wife
Ayuda Constante y Soporte Espiritual: María Rayopineal
Diseño de Objetos e Indumentaria: Santiago Doljanin
Diseño Gráfico: Max Yakin Bozek / Juan Martín García

Agradecimiento muy especial a:
Daniel Melero / Sami Abadi / A Los Gauchos Psicomísticos del Miasma
Sala Alberdi / CCGSM Centro Cultural General San Martín
Laboratorio de Experimentación Sonora (Seminario) / Atari Burroughs

www.atari-b.blogspot.com
www.facebook.com/alosgauchos

5/1/12

Peronismo digital y poético para todos

Un libro muy atractivo de Carlos Gradín llamado Spam acerca del peronismo en sus múltiples interpretaciones y discursos preexistentes. No apto para aquellos que padecieron convulsiones viendo animé.  

11/12/11

The miracle stand



En el desborde de calor, ansiedad y toda clase de fenómenos sintomáticos que pueden acontecer una madrugrada de insomnio, no hay mejor elixir que una pluma a estrenar en su completa grandilocuencia y con ella recuperar el pasado de la infancia e internarse en la marea de la ficción. Se agradece sin dudas el presente del querido hermano Fran. 

1/12/11

Techno mash up

¿Qué resultaría en el caso de que se mezclaran dos canciones techno pop de los 80s contextualizadas por un lado (siniestra) en una película francesa y por el otro lado (diestra), en una partitura de Mario Bros.?

¿Te la sabés guachín?

Propongo que juguemos y probemos la experiencia juntos, ¿les parece?
Jugate conmigo. Vení, jugate ya.






Extraído del final de Beau travail, de Claire Denis 









Si te aburrís mientras mezclás, podés fumarte esto:

 o este bigote.