30/8/08
Karen calling Major Tom
29/8/08
Dirty Pork Stew
This recipe appeared in our local paper a couple of weeks ago. The Loon Cafe is a popular Mpls. restaurant. We had the stew tonight over cooked rice. It was great! I didn't use all 10 cloves of garlic because my husband's not a garlic lover (I used a measly 3!), didn't add the hot pepper sauce (thought the jalapenos and green chiles would be enough for this family) or the onion powder (didn't have any).
Loon Café's Dirty Pork Stew
(serves 6)
2 lbs. lean pork, cut into 1-inch cubes
1/4 c. oil
1 medium onion, diced large
3 (4-oz.) cans diced green chiles
1 (14 1/2-oz.) can diced tomatoes
2 fresh jalapeno peppers, minced
10 cloves garlic, minced
1 (12 oz.) bottle of beer
2 tbsp. ground cumin
1 tbsp. chili powder
1 tsp. black pepper
1 tbsp. sugar
1 tsp. salt
3 dashes hot pepper sauce
1 tbsp. chicken base or 4 chicken bouillon cubes
1 tbsp. beef base or 4 beef bouillon cubes
1 tsp. onion powder
1 c. sliced green onions, whites and greens
In a large Dutch oven or heavy stew pot, brown pork in the oil until it is well-browned and cooked through. Combine the onion, chiles, tomatoes, jalapenos, garlic, beer, cumin, chili powder, black pepper, sugar, salt, hot pepper sauce, chicken base, beef base, onion powder, and green onions; add to the browned pork, add just enough water to cover if needed. Cook at a low simmer for about 1-1/2 hours, or until meat is tender.
Loon Café's Dirty Pork Stew
(serves 6)
2 lbs. lean pork, cut into 1-inch cubes
1/4 c. oil
1 medium onion, diced large
3 (4-oz.) cans diced green chiles
1 (14 1/2-oz.) can diced tomatoes
2 fresh jalapeno peppers, minced
10 cloves garlic, minced
1 (12 oz.) bottle of beer
2 tbsp. ground cumin
1 tbsp. chili powder
1 tsp. black pepper
1 tbsp. sugar
1 tsp. salt
3 dashes hot pepper sauce
1 tbsp. chicken base or 4 chicken bouillon cubes
1 tbsp. beef base or 4 beef bouillon cubes
1 tsp. onion powder
1 c. sliced green onions, whites and greens
In a large Dutch oven or heavy stew pot, brown pork in the oil until it is well-browned and cooked through. Combine the onion, chiles, tomatoes, jalapenos, garlic, beer, cumin, chili powder, black pepper, sugar, salt, hot pepper sauce, chicken base, beef base, onion powder, and green onions; add to the browned pork, add just enough water to cover if needed. Cook at a low simmer for about 1-1/2 hours, or until meat is tender.
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Memorias
Ringtone (+)
Del robo (miércoles pasado, previo a la firma de un contrato) la pérdida más grande fue el ringtone que nunca me cansaba de oir de la Gymnopédie de Erik Satie. Procesando datos. Pronto más información. Despedida. Me incomodan mucho las despedidas; si pudiera, elegiría que un clon las hiciera por mí. Hoy fue movilizante cuando lo hice de la Tecnológica: palo de agua en la oficina (signo de vida y legado de mi presencia), masitas de La Plaza, medialunas, almuerzo en el buffet de Tony, lágrimas, abrazos y desconcierto en ciertos compañeros, todo como regalo. Un velorio en las próximas horas. Cancelar planes. Y no me puedo despegar desde que me bajé del colectivo del estribillo que reza la vecinita tiene antojo.
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Días raros
24/8/08
God is my techno
Carl Sagal ha vuelto.
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Sci-Fi
18/8/08
El mal amante
Me interesa mucho ver esto pero mi amor por el cine asqueroso -mejor si es neocelandés y con ovejas voraces- me incita a ver este otro.
pd I. Estoy abusando de la gentileza de la corporación Youtube1sueñoyeratener5hijosnegros.
pd II. ¿Alguien vio alguna vez una película muy similar a esta segunda, en la que un campesino con su familia, casa y granja, un día decide tomarse el fresco y hace cuchi cuchi (muack muack, oh you are so fuckin' sexy!) a una oveja? Ella después queda preñada y tiene como cría a una aberrante criatura mitad humana mitad oveja que con sed de venganza por su fealdad, va y decide acribillar a los simpáticos campesinos (sí! parricidio!). La vi hace bastantes años en algún canal de cable, pero quien me tire la respuesta se gana...dos pins de Anita Ekberg semidesnuda.
pd I. Estoy abusando de la gentileza de la corporación Youtube1sueñoyeratener5hijosnegros.
pd II. ¿Alguien vio alguna vez una película muy similar a esta segunda, en la que un campesino con su familia, casa y granja, un día decide tomarse el fresco y hace cuchi cuchi (muack muack, oh you are so fuckin' sexy!) a una oveja? Ella después queda preñada y tiene como cría a una aberrante criatura mitad humana mitad oveja que con sed de venganza por su fealdad, va y decide acribillar a los simpáticos campesinos (sí! parricidio!). La vi hace bastantes años en algún canal de cable, pero quien me tire la respuesta se gana...dos pins de Anita Ekberg semidesnuda.
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Celuloidefilia,
Video
16/8/08
Reincarnation for geeks (and forget about puppy love)
-I don't believe in reincarnation, because I refuse to come back as a bug or as a rabbit!
-You know, you're a really up person.
(taken from "Bizarre love triangle", New Order)
(oh yeaps, '80´s rules)
(oh yeaps, '80´s rules)
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Diálogos
Te gusta la música?
Es una clásica pregunta entre quienes no se conocen demasiado y empiezan a encarar temas para compararse, medirse. Quizás reconocer similitudes entre sus intereses. Claro que hay personas que pueden responder: No, no me gusta la música. Y es totalmente aceptable, porque así como a otros no les gusta el teatro, o bien, el tejido a crochet, hay quienes no les gusta la música. Todo lo universal está en discusión, y debe mantenerse en ese lugar. No hay obligaciones a con el mundo en absoluto.
Pero hablando con Yami sobre este tema el otro día, porque sus nuevos compañeros de trabajo le preguntan sobre este tema en particular y ella no sabe qué responder, yo fui un poco claro y no tanto: Hay que decir cualquier estupidez ridícula para salir del apuro. No salir con que me gusta el rock, el pop, la música clásica, los cantautores, el folklore, etc. etc. etc. etc.
El otro día antes de tomarme el colectivo pensé en esta pregunta una vez más, para darle un cierre definitivo y no parecer sobrador. Creí conveniente la siguiente respuesta:
Sí, me gusta la música. ¿Qué música? Te comento brevemente una anécdota que te va a responder eso. Los dos primeros cds que me compré fueron en 1994, en Foz do Iguaçu. Era una disquería pequeña y yo elegí primero con mucha seguridad Dangerous, de Michael Jackson. El otro lo elegí después de inspeccionar tapas. Me gustó una en especial y le pedí a la chica que atendía si podía escucharlo y el sonido del mismo me impresionó, era diferente a lo que conocía y lo elegí. Era Acid eaters, de The Ramones.
Esa respuesta es la que me refleja. Dice mucho de mi gusto. Durante casi toda la primaria viví bajo la influencia del gusto musical de mi padre, que me enseñó vinilos y cassettes hermosos. Escuchábamos en horas de estudio conjunto Johnny Rivers, Carpenters, Simon and Garfunkel, Vangelis, The Rollings Stones, The Beatles, Almendra, Bee Gees, Los Gatos, un simple de The Who que tenía un tema que me hacía estremecer en la alfombra del living, pero me seducía hasta la espina: Dr. Jekyll and Mr. Hyde.
Pero estaba cerca de comenzar séptimo grado y mis compañeros tenían definido su gusto musical, que iba por lo general desde el rock local con Patricio Rey y sus redonditos de ricota como máximo exponente pero también se candidateaba para el segundo puesto Vilma Palma e Vampiros, el hardrock y el metal americano con bandas como Aerosmith, Bon Jovi, Guns n' Roses, Metallica y Iron Maiden, entre otras cosas. Sin embargo en los asaltos los lentos eran propiedad de Jaf y CAE.
En todo ese contexto, tenía la necesidad de apropiarme de una banda favorita. Algo que me representara. Teníamos hace poco un equipo para escuchar cds -que aún sigue con vida- y Dangerous (esa tapa extraña con cositas extrañas de Mark Ryden, surrealismo pop del que me enteraría mucho más tarde) no me terminaba de cerrar y era algo demasiado convencional, más identificado con la idolatría que manifestara mi hermana al ídolo pop (todo es caquita) años atrás y ese vínculo que había quedado sellado, pactado. The Ramones (aka, Los Ramones) fueron los elegidos. Y así los escuchaba y empezaba a conocer sus temas, aunque en realidad estaba escuchando un disco de covers de bandas geniales. Tenía algunos posters y ya había encontrado dos compañeros de la primaria que compartían el encanto con esta banda, lo cual era un logro y sentía ese estado de pertenencia que tanto estaba deseando.
Ya en la secundaria llegó el fanatismo con los Ramones (después nunca volví a ser fanático de otra banda ni artista, en realidad, dejé de lado cualquier fanatismo). El germen estaba implantado en mis oídos y empecé a comprarme más discos e incluso remeras, con las que me sentía, siendo tan tierno y blando, un chico maloso entre los claustros de pequeñuelos que fumaban sus primeros cigarros y miraban con cara desafiante. Pero inocente como era (soy) y despreocupado por etiquetas, rótulos (ay, qué rica es la rúcula) y encasillamientos categóricos, me enteré al tiempo por mi compañero y amigo Lele (en aquellos tiempos todos lo conocíamos como Beavis) que los Ramones eran una banda punk -ya desde esa época se preocupaba por rotular-. Ergo, estaba metido en la cosa del punk. Y toda la secundaria me dediqué, sin dejar nunca de lado a los Ramones, a conocer otras bandas del género, fueran británicas, americanas o locales. Paralelamente, con mis amigos y compañeros de curso, escuchábamos en reuniones tan felices lo que era el rock de ese momento e íbamos a recitales de lo mismo, así que alternaba entre ambas cosas. Es más, el peor recital al que fui y del que no sé por qué no me fui, fue el de Viejas Locas.
Cuestión: Me gusta la música. No puedo ni quiero entrar en definiciones ni complejizar el tema en categorías. Me niego. Sólo lo hago si es necesario. Pero es el mal de la época, podría decirse que la pandemia que inunda las calles y nuestras aptitudes sensoriales.
Ay sí, me gusta de todo, soy re abierto, viste? Menos la cumbia. Sólo para joder, si es una fiesta y hay que bailarla.
(me encanta la cumbia romántica, la vieja, algunas contemporáneas y lo mejor, el vallenato; lo primero que tuve en mis manos más cercano a ello fue en la primaria, un cd de Carlos Vives, cuando me encantaba su tema La gota fría)
Pero hablando con Yami sobre este tema el otro día, porque sus nuevos compañeros de trabajo le preguntan sobre este tema en particular y ella no sabe qué responder, yo fui un poco claro y no tanto: Hay que decir cualquier estupidez ridícula para salir del apuro. No salir con que me gusta el rock, el pop, la música clásica, los cantautores, el folklore, etc. etc. etc. etc.
El otro día antes de tomarme el colectivo pensé en esta pregunta una vez más, para darle un cierre definitivo y no parecer sobrador. Creí conveniente la siguiente respuesta:
Sí, me gusta la música. ¿Qué música? Te comento brevemente una anécdota que te va a responder eso. Los dos primeros cds que me compré fueron en 1994, en Foz do Iguaçu. Era una disquería pequeña y yo elegí primero con mucha seguridad Dangerous, de Michael Jackson. El otro lo elegí después de inspeccionar tapas. Me gustó una en especial y le pedí a la chica que atendía si podía escucharlo y el sonido del mismo me impresionó, era diferente a lo que conocía y lo elegí. Era Acid eaters, de The Ramones.
Esa respuesta es la que me refleja. Dice mucho de mi gusto. Durante casi toda la primaria viví bajo la influencia del gusto musical de mi padre, que me enseñó vinilos y cassettes hermosos. Escuchábamos en horas de estudio conjunto Johnny Rivers, Carpenters, Simon and Garfunkel, Vangelis, The Rollings Stones, The Beatles, Almendra, Bee Gees, Los Gatos, un simple de The Who que tenía un tema que me hacía estremecer en la alfombra del living, pero me seducía hasta la espina: Dr. Jekyll and Mr. Hyde.
Pero estaba cerca de comenzar séptimo grado y mis compañeros tenían definido su gusto musical, que iba por lo general desde el rock local con Patricio Rey y sus redonditos de ricota como máximo exponente pero también se candidateaba para el segundo puesto Vilma Palma e Vampiros, el hardrock y el metal americano con bandas como Aerosmith, Bon Jovi, Guns n' Roses, Metallica y Iron Maiden, entre otras cosas. Sin embargo en los asaltos los lentos eran propiedad de Jaf y CAE.
En todo ese contexto, tenía la necesidad de apropiarme de una banda favorita. Algo que me representara. Teníamos hace poco un equipo para escuchar cds -que aún sigue con vida- y Dangerous (esa tapa extraña con cositas extrañas de Mark Ryden, surrealismo pop del que me enteraría mucho más tarde) no me terminaba de cerrar y era algo demasiado convencional, más identificado con la idolatría que manifestara mi hermana al ídolo pop (todo es caquita) años atrás y ese vínculo que había quedado sellado, pactado. The Ramones (aka, Los Ramones) fueron los elegidos. Y así los escuchaba y empezaba a conocer sus temas, aunque en realidad estaba escuchando un disco de covers de bandas geniales. Tenía algunos posters y ya había encontrado dos compañeros de la primaria que compartían el encanto con esta banda, lo cual era un logro y sentía ese estado de pertenencia que tanto estaba deseando.
Ya en la secundaria llegó el fanatismo con los Ramones (después nunca volví a ser fanático de otra banda ni artista, en realidad, dejé de lado cualquier fanatismo). El germen estaba implantado en mis oídos y empecé a comprarme más discos e incluso remeras, con las que me sentía, siendo tan tierno y blando, un chico maloso entre los claustros de pequeñuelos que fumaban sus primeros cigarros y miraban con cara desafiante. Pero inocente como era (soy) y despreocupado por etiquetas, rótulos (ay, qué rica es la rúcula) y encasillamientos categóricos, me enteré al tiempo por mi compañero y amigo Lele (en aquellos tiempos todos lo conocíamos como Beavis) que los Ramones eran una banda punk -ya desde esa época se preocupaba por rotular-. Ergo, estaba metido en la cosa del punk. Y toda la secundaria me dediqué, sin dejar nunca de lado a los Ramones, a conocer otras bandas del género, fueran británicas, americanas o locales. Paralelamente, con mis amigos y compañeros de curso, escuchábamos en reuniones tan felices lo que era el rock de ese momento e íbamos a recitales de lo mismo, así que alternaba entre ambas cosas. Es más, el peor recital al que fui y del que no sé por qué no me fui, fue el de Viejas Locas.
Cuestión: Me gusta la música. No puedo ni quiero entrar en definiciones ni complejizar el tema en categorías. Me niego. Sólo lo hago si es necesario. Pero es el mal de la época, podría decirse que la pandemia que inunda las calles y nuestras aptitudes sensoriales.
Ay sí, me gusta de todo, soy re abierto, viste? Menos la cumbia. Sólo para joder, si es una fiesta y hay que bailarla.
(me encanta la cumbia romántica, la vieja, algunas contemporáneas y lo mejor, el vallenato; lo primero que tuve en mis manos más cercano a ello fue en la primaria, un cd de Carlos Vives, cuando me encantaba su tema La gota fría)
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Música
El misterio bajo el diez
Juan Román es el único jugador actual que me despierta simpatías de todo tipo. No confundir con otro Juan Román, por favor, seamos respestuosos. De quien hablo es de Riquelme.
Siempre me deslumbró su juego, y aunque esté muy lejos de ser un experto en lo futbolístico, tengo el criterio de saber quién juega bien o mal. Pero esa no es la cuestión con Juan Román. Está muy lejos de mí cuestionar su destreza y talento. Lo que me interesa abordar y explorar es el misterio de su sujeto, de su creación y el halo que lo vuelve una figura rara en el deporte local. Un extraño en el paradigma del futbolista posmoderno.
Se hace respetar sin dar grandes discursos, es más, pocas veces se mezcla con los medios o da notas. Desconozco su vida privada y me complace que sea así. Sus aportes son más bien lacónicos y lo único que me perturbó fue su aparición en los noticiosos con ese video en el que declaraba por qué iba a dejar la selección nacional. Contradicciones hacen al ser humano, así que volvió.
Esa elegancia inmutable, que conserva desde que lo vi por primera vez, aquel adolescente de las inferiores de Argentino Juniors. E incluso conserva el mismo corte de siempre, el mismo rostro como si el tiempo no hubiera pasado para él. Y sí, el tiene el poder de conservar la pelota entre sus pies y hacer lo que desee con ella, sea retenerla como si estuviera unida a sus pies o simplemente buscar la fantasía, la ficción del fútbol. Todo es ficción y él lo sabe bien.
Esa rebeldía constante contra las autoridades y sus arbitrariedades. Pasó en su momento con Macri, más tarde con Pellegrini. La madre patria no lo recibió como debía, o nunca lo comprendió. Por eso está atado a sus defensores, que deben ser una cifra igual a la de sus detractores. Y ese odio amor lo hace más humano, más interesante. Dentro de la industria futbolística millonaria a la que él también está adherido, hizo siempre lo que quiso. Tomó sus decisiones por amor. Y creo que el único que valoró realmente su genialidad fue el ex anarco Carlos Bianchi, otro maestro con el que me gustaría en algún momento sentarme para hablar de inmigrantes y antepasados, café de por medio. O con un vino.
Todos notamos su cansancio. Desde que comienza el partido, muestra síntomas de cansancio, como si atravesara la gran vejez y fuera un veterano, o supongamos, trepó días atrás el Everest. La parsimonia para caminar, o trotar en el más extremo de los casos. -la oportunidad en que lo vi correr como nunca fue en aquella publicidad de desodorante repleta de estrellas internacionales del fútbol-. Impasible. Nunca -o ínfimas veces- demostró interés en pelear una pelota que le quitaran, ni hacer grandes esfuerzos para una marca. Lo suyo es el salto y la precisión matemática, una inteligencia mortal -para sus oponentes- en el que vuelca una pelota con un pase desde la distancia que sea, para generar una situación de gol. Sólo tenés que esperar su pase entre las piernas y estás en el lugar y momento indicado para anotar.
Sí, es quejón. Pero o todos los árbitros están equivocados, o él siempre tiene razón cuando se queja. Una falta y él sólo se detiene, no hace mucho más que eso y agita un poco los brazos para manifestar su molestia y ahí, el tiro libre. Seguramente lo haga él, y si le interesa, puede hacer una maravilla. Si no le interesa, probará suerte, experimentará quizás algún tiro excéntrico que será un desastre. Sí, es un excéntrico también. Y un jugador experimental. No olviden sus tiros de esquinas que rozan -o llegan- los goles.
Sus festejos son tan moderados y discretos como su figura. No es el clásico arengador efusivo, en lo absoluto. Es más, siempre da la impresión de estar aburrido o demasiado concentrado en el juego. Y en los partidos en que no está interesado, no juega. Está en la cancha pero no da señales de estarlo, pasa a ser un sujeto invisible. Y él quiere eso. Elige dentro de la maquinaria de este aparato del deporte, qué le interesa o no.
Juan Román es el centro. El engranaje de todo equipo y toda esa presión, por decirlo con sencillez y sin eufemismos, se la pasa bien por el orto. Le importa hacer lo que él quiere, aportando al juego colectivo cuando quiere. Si no, está ausente. Pensando en quién sabrá qué. Agotado. Con esa cara inexpresiva que lo caracteriza, como un hombre sufrido en el que todo el dolor conocido y por conocer, recorrió su cuerpo y sólo queda eso que se ve, no mucho más.
Y es paz. Verlo tomar la pelota transmite paz, seguridad. Tranquilidad. Porque dentro de toda la urgencia del fútbol, la obligación de la conquista de puntos y dinero, la desmesura y el jogo bonito a veces innecesario, él hace todo con tranquilidad, tomándose su tiempo. Se detiene y descansa el juego. El partido entra en pausa. No se guía por el cronómetro y su tiempo es el del universo. No hay registro de los segundos. Otro argumento para odiarlo que toman sus contrapartidarios.
Fair play es lo suyo, sin proponérselo como un slogan. Simplemente es justo y no está ligado con la violencia del fútbol. Un jugador diferente. Puede ser. Raro. Para mí es misterioso. Es épico. No es fútbol, lo suyo es otra cosa. Eso sí, la única vez que recuerdo que lo sancionaron -y expulsaron- reaccionó. Ahí se despertó y como siempre, fue claro y preciso. La precisión y el misterio son lo suyo.
Siempre me deslumbró su juego, y aunque esté muy lejos de ser un experto en lo futbolístico, tengo el criterio de saber quién juega bien o mal. Pero esa no es la cuestión con Juan Román. Está muy lejos de mí cuestionar su destreza y talento. Lo que me interesa abordar y explorar es el misterio de su sujeto, de su creación y el halo que lo vuelve una figura rara en el deporte local. Un extraño en el paradigma del futbolista posmoderno.
Se hace respetar sin dar grandes discursos, es más, pocas veces se mezcla con los medios o da notas. Desconozco su vida privada y me complace que sea así. Sus aportes son más bien lacónicos y lo único que me perturbó fue su aparición en los noticiosos con ese video en el que declaraba por qué iba a dejar la selección nacional. Contradicciones hacen al ser humano, así que volvió.
Esa elegancia inmutable, que conserva desde que lo vi por primera vez, aquel adolescente de las inferiores de Argentino Juniors. E incluso conserva el mismo corte de siempre, el mismo rostro como si el tiempo no hubiera pasado para él. Y sí, el tiene el poder de conservar la pelota entre sus pies y hacer lo que desee con ella, sea retenerla como si estuviera unida a sus pies o simplemente buscar la fantasía, la ficción del fútbol. Todo es ficción y él lo sabe bien.
Esa rebeldía constante contra las autoridades y sus arbitrariedades. Pasó en su momento con Macri, más tarde con Pellegrini. La madre patria no lo recibió como debía, o nunca lo comprendió. Por eso está atado a sus defensores, que deben ser una cifra igual a la de sus detractores. Y ese odio amor lo hace más humano, más interesante. Dentro de la industria futbolística millonaria a la que él también está adherido, hizo siempre lo que quiso. Tomó sus decisiones por amor. Y creo que el único que valoró realmente su genialidad fue el ex anarco Carlos Bianchi, otro maestro con el que me gustaría en algún momento sentarme para hablar de inmigrantes y antepasados, café de por medio. O con un vino.
Todos notamos su cansancio. Desde que comienza el partido, muestra síntomas de cansancio, como si atravesara la gran vejez y fuera un veterano, o supongamos, trepó días atrás el Everest. La parsimonia para caminar, o trotar en el más extremo de los casos. -la oportunidad en que lo vi correr como nunca fue en aquella publicidad de desodorante repleta de estrellas internacionales del fútbol-. Impasible. Nunca -o ínfimas veces- demostró interés en pelear una pelota que le quitaran, ni hacer grandes esfuerzos para una marca. Lo suyo es el salto y la precisión matemática, una inteligencia mortal -para sus oponentes- en el que vuelca una pelota con un pase desde la distancia que sea, para generar una situación de gol. Sólo tenés que esperar su pase entre las piernas y estás en el lugar y momento indicado para anotar.
Sí, es quejón. Pero o todos los árbitros están equivocados, o él siempre tiene razón cuando se queja. Una falta y él sólo se detiene, no hace mucho más que eso y agita un poco los brazos para manifestar su molestia y ahí, el tiro libre. Seguramente lo haga él, y si le interesa, puede hacer una maravilla. Si no le interesa, probará suerte, experimentará quizás algún tiro excéntrico que será un desastre. Sí, es un excéntrico también. Y un jugador experimental. No olviden sus tiros de esquinas que rozan -o llegan- los goles.
Sus festejos son tan moderados y discretos como su figura. No es el clásico arengador efusivo, en lo absoluto. Es más, siempre da la impresión de estar aburrido o demasiado concentrado en el juego. Y en los partidos en que no está interesado, no juega. Está en la cancha pero no da señales de estarlo, pasa a ser un sujeto invisible. Y él quiere eso. Elige dentro de la maquinaria de este aparato del deporte, qué le interesa o no.
Juan Román es el centro. El engranaje de todo equipo y toda esa presión, por decirlo con sencillez y sin eufemismos, se la pasa bien por el orto. Le importa hacer lo que él quiere, aportando al juego colectivo cuando quiere. Si no, está ausente. Pensando en quién sabrá qué. Agotado. Con esa cara inexpresiva que lo caracteriza, como un hombre sufrido en el que todo el dolor conocido y por conocer, recorrió su cuerpo y sólo queda eso que se ve, no mucho más.
Y es paz. Verlo tomar la pelota transmite paz, seguridad. Tranquilidad. Porque dentro de toda la urgencia del fútbol, la obligación de la conquista de puntos y dinero, la desmesura y el jogo bonito a veces innecesario, él hace todo con tranquilidad, tomándose su tiempo. Se detiene y descansa el juego. El partido entra en pausa. No se guía por el cronómetro y su tiempo es el del universo. No hay registro de los segundos. Otro argumento para odiarlo que toman sus contrapartidarios.
Fair play es lo suyo, sin proponérselo como un slogan. Simplemente es justo y no está ligado con la violencia del fútbol. Un jugador diferente. Puede ser. Raro. Para mí es misterioso. Es épico. No es fútbol, lo suyo es otra cosa. Eso sí, la única vez que recuerdo que lo sancionaron -y expulsaron- reaccionó. Ahí se despertó y como siempre, fue claro y preciso. La precisión y el misterio son lo suyo.
10/8/08
Feliz día!
7/8/08
Ayuda a una amiga de la Comunidad de la parroquia Santa Cruz
Nos escribió nuestra compañera Virginia Noemí Fuentes (vifu1@hotmail.com)
y convocamos a la solidaridad de la comunidad para que podamos ayudarla.
Virginia nos escribió hoy:
"Llamado de desesperación, bueno les cuento que el domingo me tengo que mudar , y necesito una habitación para Natasha y para mí, si alguien sabe algo por favor llamar al 1553438342, es con suma urgencia, me desalojan el domingo, no me dan mas tiempo y me avisaron el domingo pasado, por favor manden este mail , necesito una habitación urgente.
gracias"
Enviado por: Padres Pasionistas
y convocamos a la solidaridad de la comunidad para que podamos ayudarla.
Virginia nos escribió hoy:
"Llamado de desesperación, bueno les cuento que el domingo me tengo que mudar , y necesito una habitación para Natasha y para mí, si alguien sabe algo por favor llamar al 1553438342, es con suma urgencia, me desalojan el domingo, no me dan mas tiempo y me avisaron el domingo pasado, por favor manden este mail , necesito una habitación urgente.
gracias"
Enviado por: Padres Pasionistas
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Mailing
4/8/08
Como un Chipmunk de laboratorio
Cuestión: no sirvo para entrevistas laborales. Tampoco para hacer psicotécnicos, dibujos que sean coherentes, tests de inteligentzia ni nada. Soy un inútil social, como dijo tiempo atrás un amigo. Y acá va para otro amigo, un caluroso y sentido abrazo Alvineano. Senza parole.
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Días raros,
Música
2/8/08
Nitsuga Mangoré
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Música
1/8/08
El salmón
Mi jefe es muy generoso. Muy considerado. Por eso cuando ¡kaput! mi pc y la trajeron unas semanas después del Departamento de Comunicaciones reparada, le puso un parlante. Siempre me pedía que pusiera música ahora que tenía el parlante y yo lo tomaba como una de sus tantas bromas (super re que te contra archi mega ultra ingeniosas) porque en el disco rígido no había más que archivos de trabajo. Hasta que un día me dice que había puesto música y era cierto: tengo la discografía (completa) de Alejandro Sanz y de Andrés Calamaro. Ni partidario del uno ni del otro, esta semana en la que estuve solo en la oficina porque estaban todos de vacaciones o los que venían se dedicaban a estafar a empresas (aún más estafadoras) y desaparecían como reaparecían, escuchaba a ratos los discos de Calamaro -por qué todo tiene que rimar de esa manera, por qué siempre esas metáforas!-. Mis temas favoritos de él son "El día de la mujer mundial", "Media Verónica", el cover "Rosemary" (qué buen tema, si lo habré escuchado durante mi adolescencia) y "El salmón". Nunca estuve tan de acuerdo con Calamaro:
No me excita cagar en el mar.
Anotación: Sí me excita mear en el mar.
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Música,
Reflexiones
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