16/8/08

Te gusta la música?

Es una clásica pregunta entre quienes no se conocen demasiado y empiezan a encarar temas para compararse, medirse. Quizás reconocer similitudes entre sus intereses. Claro que hay personas que pueden responder: No, no me gusta la música. Y es totalmente aceptable, porque así como a otros no les gusta el teatro, o bien, el tejido a crochet, hay quienes no les gusta la música. Todo lo universal está en discusión, y debe mantenerse en ese lugar. No hay obligaciones a con el mundo en absoluto.

Pero hablando con Yami sobre este tema el otro día, porque sus nuevos compañeros de trabajo le preguntan sobre este tema en particular y ella no sabe qué responder, yo fui un poco claro y no tanto: Hay que decir cualquier estupidez ridícula para salir del apuro. No salir con que me gusta el rock, el pop, la música clásica, los cantautores, el folklore, etc. etc. etc. etc.

El otro día antes de tomarme el colectivo pensé en esta pregunta una vez más, para darle un cierre definitivo y no parecer sobrador. Creí conveniente la siguiente respuesta:

Sí, me gusta la música. ¿Qué música? Te comento brevemente una anécdota que te va a responder eso. Los dos primeros cds que me compré fueron en 1994, en Foz do Iguaçu. Era una disquería pequeña y yo elegí primero con mucha seguridad Dangerous, de Michael Jackson. El otro lo elegí después de inspeccionar tapas. Me gustó una en especial y le pedí a la chica que atendía si podía escucharlo y el sonido del mismo me impresionó, era diferente a lo que conocía y lo elegí. Era Acid eaters, de The Ramones.

Esa respuesta es la que me refleja. Dice mucho de mi gusto. Durante casi toda la primaria viví bajo la influencia del gusto musical de mi padre, que me enseñó vinilos y cassettes hermosos. Escuchábamos en horas de estudio conjunto Johnny Rivers, Carpenters, Simon and Garfunkel, Vangelis, The Rollings Stones, The Beatles, Almendra, Bee Gees, Los Gatos, un simple de The Who que tenía un tema que me hacía estremecer en la alfombra del living, pero me seducía hasta la espina: Dr. Jekyll and Mr. Hyde.

Pero estaba cerca de comenzar séptimo grado y mis compañeros tenían definido su gusto musical, que iba por lo general desde el rock local con Patricio Rey y sus redonditos de ricota como máximo exponente pero también se candidateaba para el segundo puesto Vilma Palma e Vampiros, el hardrock y el metal americano con bandas como Aerosmith, Bon Jovi, Guns n' Roses, Metallica y Iron Maiden, entre otras cosas. Sin embargo en los asaltos los lentos eran propiedad de Jaf y CAE.

En todo ese contexto, tenía la necesidad de apropiarme de una banda favorita. Algo que me representara. Teníamos hace poco un equipo para escuchar cds -que aún sigue con vida- y Dangerous (esa tapa extraña con cositas extrañas de Mark Ryden, surrealismo pop del que me enteraría mucho más tarde) no me terminaba de cerrar y era algo demasiado convencional, más identificado con la idolatría que manifestara mi hermana al ídolo pop (todo es caquita) años atrás y ese vínculo que había quedado sellado, pactado. The Ramones (aka, Los Ramones) fueron los elegidos. Y así los escuchaba y empezaba a conocer sus temas, aunque en realidad estaba escuchando un disco de covers de bandas geniales. Tenía algunos posters y ya había encontrado dos compañeros de la primaria que compartían el encanto con esta banda, lo cual era un logro y sentía ese estado de pertenencia que tanto estaba deseando.

Ya en la secundaria llegó el fanatismo con los Ramones (después nunca volví a ser fanático de otra banda ni artista, en realidad, dejé de lado cualquier fanatismo). El germen estaba implantado en mis oídos y empecé a comprarme más discos e incluso remeras, con las que me sentía, siendo tan tierno y blando, un chico maloso entre los claustros de pequeñuelos que fumaban sus primeros cigarros y miraban con cara desafiante. Pero inocente como era (soy) y despreocupado por etiquetas, rótulos (ay, qué rica es la rúcula) y encasillamientos categóricos, me enteré al tiempo por mi compañero y amigo Lele (en aquellos tiempos todos lo conocíamos como Beavis) que los Ramones eran una banda punk -ya desde esa época se preocupaba por rotular-. Ergo, estaba metido en la cosa del punk. Y toda la secundaria me dediqué, sin dejar nunca de lado a los Ramones, a conocer otras bandas del género, fueran británicas, americanas o locales. Paralelamente, con mis amigos y compañeros de curso, escuchábamos en reuniones tan felices lo que era el rock de ese momento e íbamos a recitales de lo mismo, así que alternaba entre ambas cosas. Es más, el peor recital al que fui y del que no sé por qué no me fui, fue el de Viejas Locas.

Cuestión: Me gusta la música. No puedo ni quiero entrar en definiciones ni complejizar el tema en categorías. Me niego. Sólo lo hago si es necesario. Pero es el mal de la época, podría decirse que la pandemia que inunda las calles y nuestras aptitudes sensoriales.

Ay sí, me gusta de todo, soy re abierto, viste? Menos la cumbia. Sólo para joder, si es una fiesta y hay que bailarla.

(me encanta la cumbia romántica, la vieja, algunas contemporáneas y lo mejor, el vallenato; lo primero que tuve en mis manos más cercano a ello fue en la primaria, un cd de Carlos Vives, cuando me encantaba su tema La gota fría)

5 comentarios:

  1. Los Ramones son los más grandes y el Acid Eaters es un delicioso disco de versiones que en mi opinión mejoran con mucho a las originales.

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  2. ah, la preguntita...
    está bueno lo de contar la anécdota del disco con el que decís "ese fue el disco que elegí", el mío fue uno de durand durand más o menos a tu edad, pero unos cuantos años antes porque yo, querido Jan, vivía en la vieja Unión Soviética...
    la primera banda punk que escuché fue sex pistols, y al toque alguna tipo specials, de ahí me mudé a jamaica a jugar al fútbol y fumar todo el día,

    ... ya ni sé qué decir, la psicodelia, digo a veces, la respuesta toda la música a veces me queda bien, me gusta que se pueda bailar o que baila alguna parte del cuerpo, aunque sea la neurocortex o dónde sea que vive la mente,

    pero... PERO....
    estimado sr. Gržinić, ¿celos?, no recuerdo haber visto flyer (el llamado volador) de recital o lectura suya, así que lea, sea buenito y avise, y lo vamos a ver


    el disco me pareció 1 encantó (o varios),
    lo disfruté mucho, y en el mp3 me quedo en loop y cámara escuchando, volado,
    no te dije nada porque a veces no salen las palabras y uno tiene el vicio de que tiene que decir algo y no expresa nada, y cuelga,
    las yamilas, la primera especialmente, maravilla: ¿quién setea esos ruiditos a tierra y la estática?, canciones baconianas (digo, porque está en el myspace y porque cada sonido como pincelada parece un tajo de color a la música), el barroquismo roto y virado de la elegía es otra de mis preferencias

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  3. Bateman, Acid Eaters es genial. Son muy buenas versiones. Pero no estoy de acuerdo, hay algunas de las originales que son mejor interpretadas por sus propietarios.

    Diego, gracias por dejar tu impresión histórica musical. Yo vivía en la ex Yugoslavia, claro. Y sí, toda la música. Yo no quiero dejar de ser Bob Esponja ni dejar de bailar nunca, que el organismo esté en constante movimiento.

    Lo de los celos ya te aclaré algo al respecto por correo. Boludez mía, dejá. Y flyers, ya dije, nunca hubo. Quizás haya en algún momento, realmente no sé qué decir sobre eso. Pero vénganse.

    Muchas gracias por lo del disco. Algo te comenté sobre su creación y edición. No salen las palabras, a veces me pasa lo mismo. No se puede ser crítico, y está bueno disfrutarlo y no hay que dar declaración de eso. Disculpá si la forcé.

    La elegía me encanta. Intenté ser una vieja y llorar en las calles de Praga. Pero lloro muy poco, no tengo nada de vieja y nunca fui a Praga, así que me costó mucho y sentí que me parecía más a Curly y sus monigotadas. Francis Bacon es una maravilla y me encanta contar con él como tapiz de mi myspace. Barroquismo a pinceladas, me gusta.

    Hermoso. Abrazos!

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  4. bacon, ahhhhhhhhhh!
    Homero J. Simpson

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  5. ...y huevos fritos, no?

    Triglicéridos en ascenso.

    Vamos por más!

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