
"Tarde llegan para Miguel de Molina los homenajes y el amor de España que, otra vez, a cien años de su nacimiento, lo quiere muerto, pero en su tierra. Perseguido tanto por rojo como por homosexual, el artista de las blusas a lunares y el lujo recargado propio de mantones de Manila no condicionó su coming out al termómetro de la falsa tolerancia sino que pagó el precio de su libertad con lágrimas; aunque resistiendo con risas y cachondeos".
Nota de
María Moreno para Página 12. Es largo, así que para continuar leyéndolo vayan
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