Según Constantin Guys -también se dio a conocer como Señor G- el valor de la firma no existe como tal. La firma, el sello, la marca de propiedad sobre un objeto o una pieza de arte, sólo sirve para coleccionistas que encuentran o se desengañan con obras de artistas póstumos que adquieren a precios obscenos y con las cuales se regocijan, aunque sean falsas. La firma simplemente cotiza. Algo de eso afirmaba Constantin, en un viejo apunte.
Así habrá sucedido con sus ilustraciones, que no llevaban su firma. A veces su casi anónimo Señor G servía para algunos textos que publicaba. Todo arte debería ser así. Las canciones que son así, son increíbles. Que no tienen dueño. Son propiedades de la naturaleza y el hombre. El caso de The house of the rising sun es uno.
Ésta es mi versión favorita. La encontré en un compilado de reggae cuando era adolescente. Es una canción de nadie. Sin autor. Sin un músico consagrado, algo que pasó por diferentes manos, gargantas e idiomas. Tuvo y tendrá infinitos dueños. Y su pureza está intacta en cada uno de ellos. Hasta creo que Kitano pasa cabeza de por medio por la canción. Me pone de muy buen humor que existan cosas de este tipo, entre tanta lucha de autor, derechos, regalías, tampoco ayudan las campañas de amantes de la piratería preocupados por su propio bienestar comercial. Pocos realmente creen en la amplia difusión de la obra como tal, sin anteponer el nombre. Hay que volver a la esencia de la música. Sea folk, sea sonido. Me quedo con sonido.
faltó el videoclip de bob dylan. está buena su versión, pero si no la puse, por alguna razón debe ser (la desconozco por el momento)
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