Caen bajo los pliegues dolidos
páginas de cartas ancianas
que, bajo el bronce calmo de las estaciones
desborda el diario del íntimo seno
y voces de reminiscencias de cuna
Flores de los mares del Asia
que irrumpen en sus manos
de la armonía del sol en la adiestrada ventana
mira el océano fruncido contra el ocaso
Arde! Manos mansas al frío termal
de viejos enfermos de próstatas de mal augurio
esperan los pueblerinos ver su piel sobre el corredor del balcón
nacidos del deseo mórbido del desaparecido magma
Extiende sus manos, en el vientre del cielo
que caen los arcángeles en sus ojos
lloran las madres sin sus primogénitos
y nada en el océano el amante, perdido en las olas bravas
de astutas mañanas de doncellas
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