3/8/13

Black Zodiac


Ensombrecidos por el tiempo, los maestros, como los recuerdos,  se mezclan
Y confunden,
                 y se apoltronan en los sillones de jardín, como un aire
Disperso, aire en la claridad de la nada.
¿Qué podríamos decirle a cada uno?
¿Cómo pueden ser tan claros y oscuros a la vez?
Nos sacan de quicio,
                             desaliñan las hojas de los árboles de agosto.
De pronto se detienen, abruptamente, como el viento.
Regresan las moscas y el calor:
                                        ¿qué podemos decirles?
Sólo el cielo es infinito.
Las moscas vuelven, y la tarde
Se estremece suavemente en sus verdes orillas
luego se asienta como peso muerto
Junto a nuestros recuerdos, y las gastadas bastillas de los maestros.

––––––

Los que buscan al Señor elevarán su plegaria en alabanza.
Quizá. Pero quizá no,
                                somos polvo y ceniza,
Algunos se alejarán sin aliento, algunos
Escucharán el camino de entrada con sus bocas
Donde los ponga el dolor, unos cuantos centímetros sobre el suelo.
Y algunos, por amor y profundo desdén
                                                lo injuriarán.
Como un eclipse las puertas de la misericordia nos ensombrecen
  por dentro.
Hileras de tumbas reafirman nuestros pasos,
                                                          la humedad de agosto

Resplandece como el aura de nuestro cuerpo.
Y algunos pronunciarán las palabras,
                                                hablando en miedo y lenguas,
Odiando sus vestiduras manchadas por la carne.
Esos son los afortunados, los ninguneados, los dos veces borrados.

–––––

Dante y Juan Crisóstomo
Pudieran esta tarde encontrar una carta estelar,
Una guía para el peregrino...
                                      Quizá tú también
Bajo el amarillento esbozo de la luna menguante,
Nubes cinglando cielo abajo como una narración para la incertidumbre,
Lo que no ha sucedido que está por suceder
Ocultándose todavía tras las estrellas,
                                                agosto 31, 1995...
La vida después de la vida de los insectos, graffiti del espacio,
  hoyos blancos
En el paisaje,
                  tales cosas, avenidas que conducen al polvo
Y cuidan de nuestro dolor.
Cielo azul, azul de infinito, azules
                                           aguas sobre la tierra:
¿Por qué las grandes historias ocurren siempre en el pasado?

––––––-

La vida sin examinar no es distinta a
                                                 una vida examinada.
Preguntas sin respuestas, comentarios sin importancia,
Teoremas por probar, argumentos ya sin interés,
Hay que escribirlo todo:
El paisaje, las marinas, lo que dure la luz sobre los siempreverdes,
La orilla oscura de la noche,
                               tienes que escribirlo.
El pañuelo de la memoria, el sueño de la muerte y el automóvil,

El sueño de Dios,
                        aún debes escribirlo,
Luna medio vacía, luna medio llena,
Noche sin estrellas y sin yo, noche negra de sangre y oscura plegaria,
Araña hilando entre los setos,
Última llamada del ave,
                            sapo en sitio húmedo, rana de árbol en lo seco...

––––––

Nos vamos a nuestras tumbas con sentimientos triviales,
Satisfacciones heredadas, con sólo la mitad del alma,
                                              cartas estelares ya sin atracción.
Nos vamos en nuestro mejor traje. Los pájaros vuelan. Las nubes pasan.
Seguros de nuestro frío e intocables,
                                              pero sin abrigar el mal.
Ningún apetito en armonía con el rencor de la escisión,
                                              vivimos fuera de aquí y somos dulce carne.
Calígrafos de lo incorpóreo, custodios de la palabra de Dios,
¿Qué letras iluminaremos?
Sobre nosotros, la atmósfera,
La nada que está en ninguna parte, sin discutir, espera una señal
          y llama.
Por encima de nosotros, las grandes constelaciones se recogen y ocultan,
Las letras resplandecen, se acercan,
Tu X y mi X.
                 Las letras resplandecen, se aproximan.

––––––-

Evasores de la memoria, sueño nocturno de invernadero,
Espíritu de deslices y silencios,
                                       Mano Invisible,
Da testimonio y avanza.
Señores de lo discontinuo, señores de los pequeños gestos,
Socórranme en mi esfuerzo y sálvenme...

Toda la tarde la lluvia lloviendo en mi mente,
Y en los jardines y la orquídea enana.
                                               Toda la tarde
El lexicón del verano tardío ha revisado sus páginas
Bajo la lluvia,
                 abstrayendo la palabra necesaria.
El otoño está sobre nosotros.
La lluvia llena nuestros angostos lechos.
La descripción es un elemento, como el aire o el agua.
                                                                    Eso es la palabra.


Charles Wright, Zodíaco negro (1998)

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