En aquel donde el sol no me enceguezca por completo, ni sea incinerado como un muñeco platense durante año nuevo. En ese donde la sombra tampoco me cubra totalmente de oscuridad ni me albergue un frío mortal hasta languidecer. Opto por el lado donde pueda sentirme firme y lúcido; medir la distancia hasta los monstruos y las hadas y obviar las antítesis.
Todo eso, a pesar ser consciente de cuánto complazco a mis necesidades extremistas muchas veces.