25/11/08

Mañana es 25 de febrero



Desde la trinchera, mi amor
escucho el llanto de un sperm whale clamado por el tren.
Veo pasar el nuevo ferrocarril –ahora azul eléctrico- sobre el viaducto
y escucho el mismo llanto, quizás más moderno
quizás el de alguna especie de ballena desconocida.
Una nenita se acuclilla a unos metros, en la esquina del vivero
y juega con un perro negro.
Continúo el conteo que llevo en la agenda:
veinteseis.
Espasmos de la tarde de calor, infiero debe ser enero.
Me rasco de costado, me separo las pelotas
todas empapadas; se fusionaron entre sí.
Mi cuerpo lleva encarnado el uniforme viejo,
nada me cuelga, es toda una composición homogénea.
Desde la trinchera, amor, veo una gallina descuartizada
que seguramente mataron mientras yo dormía,
¿podés creerlo?
Las tripas están por todas partes, debo tener tripas hasta en mi cara
pero es tarde, no importa. Sigo la cuenta:
Veintisiete.
Un viejo que sale corriendo del monoblock.
Anoto y con las fuerzas que me restan me inclino más
y recuerdo algo, remoto.
Años atrás, cuando hablábamos de un valle.
Una estancia llena de corderos y niños
y una vaca con ubres gigantes.
Se me viene ese recuerdo, no puedo precisar el motivo.
No estás vos presente en la estancia.
Estoy sólo yo. Y un mar rojizo amenaza caer sobre mí.
Sobre la estancia. Sobre las ubres enormes de la vaca.
Ventiocho. Casi. Es un cadáver que se cayó del techo del edificio.
¿Sabés que perdí el cálculo de los días? Llevaba un registro
hasta que un día me rebelé. No quise seguir contando.
¿Tiene sentido contar los días a los que uno está condenado a muerte?
Ahora me arrepiento.
Quisiera saber qué día es hoy.
Estimo que es enero y falta poco para nuestro aniversario.
Desde la trinchera, amor, voy a pensar en nosotros.
Los dos juntos en la cama haciendo el amor.
Eso haré el día de nuestro aniversario,
aunque ya no piense en sexo.
Pienso en números.
Desde hace tiempo sólo pienso en números y eso me mantiene lúcido.
Las personas son números que se mueven y yo los registro.
Me gustan los números, es algo así como el código binario
transportado a las calles, en movimiento.
Bastante similar.
Se hace tarde y no puedo prender más la lámpara de querosén.
Desde hace días que no tengo querosén, además una noche casi me descubren
dos vigías que recorrían en moto el perímetro.
No puedo sentir la noche como antes.
Es una manta fría que se adosa a mi espalda y desde mi trinchera, con las tres últimas balas que me quedan, no puedo más que esperar que desconozcan mi posición.
Ayer volví a rezar. Esa plegaria que nos enseñó tu abuelo. Siempre me pareció idiota.
Ayer no. Ayer la vociferé durante la noche, cuando estaba cagándome los pantalones
del miedo y de la necesidad de cagar.
Hizo efecto. Me sentí purificado, contenido por el aliento de Dios.
Tocado.
Ahora sí: veintiocho.

3 comentarios:

  1. - esto escribias anoche?
    - ...
    - me gusta, dije y sonrei

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  2. Digamos que si aún te quedan los números y una plegaria, y si es aún posible sentirte redimido, no estás desahuciado... lo dice alguien que también está (como todos) cagándose en la trinchera.
    La verificación fue "balsylt".
    Me lo leí todito.

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  3. Eso escribía. Ecole.

    Tito, mientras tengamos trinchera y materia fecal que largar, seguro que no hay problemas. Como decía Evaristo en u tema de La polla records: como mucho y cago muy bien. Eso me recuerdo a que donde se come, no se caga. Y también que a seguro se lo llevaron preso.

    Mi teoría es errónea, que se joda el francotirador-encuestador.

    Salut!

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