30/8/07

Plumas heladas



Tras la ventana mugrosa. Ahí anida una paloma desde hace unas semanas sus dos huevos, que empolla cuidadosamente cada momento, sin descuidarlos. La veo cada día que voy a mi oficina porque su nido está entre mi ventana y el aire acondicionado del cubículo donde trabajo. Su mirada está perdida en el marco de la ventana, a veces repara sus ojos en alguien que camina del lado de la oficina. Su nido es multicolor, hecho de lienzos coloridos entre los que resaltan los violetas y los púrpuras, plásticos y algunas hierbas secas. El palomo se presenta cierta veces, curiosea, la mira, se asegura de que todo esté como corresponde y se marcha. Esperemos que los de mantenimiento, como sí hicieron otras veces, no destruyan este nido y dejen que los futuros pichones de esta paloma de plaza -la plaza principal de Avellaneda está frente al edificio donde trabajo- tengan larga vida en los aires de la ciudad o en el rumbo que tomen.

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