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El sábado amanecí viendo un pichón de zorzal muerto.
La invasión de babosas y hormigas hizo desastres.
El calor se despidió por las ventanas y se autoinvitaron el viento y el agua. Alguna babosa arrastrando su propia mierda en la cocina. La locura de caminar por el centro de Avellaneda con agua hasta las rodillas y viajar en un colectivo anfibio no es nada a menos que ingrese en una calle fuera de su recorrido y haya vecinos hartos del agua en sus casas y que revoleen botellas y piedras al transporte mientras pasa, proyectiles que rompien cristales y asustan a sus pasajeros. Se oyen los siniestros del chico electrocutado, mientras con las ojotas más resbaladizas y bailarinas se trata de zafar de las bocas de calle y cáscaras de bananas. También de los cocodrilos y pirañas.
Agua. Qué cosa hermosa. Lluvia. Me estaba cansando este verano prematuro.
Escuchar tranquilo y fresco la radio que desconocías totalmente que te invita a hacerte amigo a través de Facebook es raro. Y escucharla y que te guste es todavía más raro. Y que una radio sea amistosa con uno me hace pensar en temas de Queen, Carpenters o Ramones. Nunca tuve relación alguna con la radio, salvo pequeñas excepciones. Se me escapan algunos privilegios.
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El reemplazo de Romeo (a.k.a. Misha) vino luego de la visita de mis padres. No tiene nombre por ahora y como es costumbre de la casa, nos cuesta adivinar cuál es su sexo. Creemos que es felina. Y es muy trola y mimosa. Estamos traicionando a nuestra huésped predilecta.
Mi madre me dio la noticia más terrible y conmovedora del reino animal en tiempo: una de las tortugas de agua del estanque que tienen en su casa al parecer está enferma; suponen que se trata de un resfrío o algo símil. La llevaron de una veterinaria a la otra y allí fue cuando mi madre me dijo que vio que el animal se puso a llorar. Y el veterinario la miró y lo confirmó. La historia del camello que llora ya no es importante a esta altura. Sólo importa que la criatura de agua dulce vuelva a comer pronto y se recupere.
Hoy me di cuenta viendo Rois et reine que mi kiosquero favorito del universo es muy parecido a Mathieu Almaric.
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Ah! Quiero ver Gummo. Cómo me gusta publicar sandeces, Dios!
Si tu kiosquero favorito del universo fuese muy parecido a Mathieu Almaric ira todos los días a comprarle algo :)
ResponderBorrariria
ResponderBorrarNo viste gummo? Sos alto salame.
ResponderBorrarClaro, yo por ese mismo motivo iba a comprarle todas las mañanas y tardes cigarros. No era por otra razón. Quería levantármelo, pero no hubo sex appeal. No hubo piel. No hubo química. Hubo estática simplemente, y buenas ondas expansivas. El cine está fuera de mis alcance y sus símiles estrellas también.
ResponderBorrar?( - - )? lindo dibujito, no?
Mamerto, no rompas las bolas. Que quiera ver algo, no quiere decir que vaya a verlo. Con decirte que quise hacer el servicio militar en Italia, te aclaro que capaz nunca en mi bendita vida vea Gummo, aunque la tenga a dos cms. de mi alcance y dudo que afecte mi esporádica felicidad y sabiduría contemplativa. Pero en lo de alto salame por cualquier otro motivo que no sea ése, tenés toda la razón.
Besos al quiosquero.