Camina por el cuarto, entre tacos chinos
abatido a los golpes en seco que caen, hieren la tela del suelo.
Bebo del jugo intagible la sustancia más rica, soplo sobre mis labios
intimidado por los pasos,
crean el misterio de quien los porta, quien deambula buscando una moneda
entre cajones vacíos, donde las perlas se destiñen en ocre.
Hiere el violín que estalla en la lejanía
tras el amanecer eterno que frunce la mirada del cielo.
Se abren brechos de éter, se agitan las claras de los gallineros.
El taco hundido en lo cercano al suelo, partida la tierra en hemisferios,
fronteras que la pollera verde humedece con su germinar fecundo,
naciones que lamen las piernas suaves, que callan los pasos.
Amanece, tras el establo, bajo el manto donde me derribo.
Castañetean junto a los violines, il concerto precipitado en la astucia,
del que porta la vara que cae en la palma de mis manos.
Gime, nuevo día.
Me abandonan las miradas y siento el taco,
la espina atravesada en lo más profundo.
Mi enoide que llora tras la caida de mi torso, en la sombra del paraíso.
Lllueven los origamis de grullas sobre mi nuca
en lo más templado de mi ansiedad, recaigo otra vez.
Hieren los pasos mi espalda, la tibia unida al piso,
húmeros que oyen el cantar del shakuhachi, desplázame!
Mi última moneda, en el cuarto vacío
bajo la palma que apila los años de vida
donde se corrompe el maxilar entre pedidos exhaustivos.
Lamo el piso en que deambulas
amenecer de tacos chinos.
Yacen las monedas que son mis años de vida
tómalas como son ellas mis días
en tributo a tus fronteras de heridas.
Me siento una nación partida
desde la península que son mis piernas hasta la bahía,
ahí en mi nuca.
Despojado de tus deseos de oro
soy el terreno seco que se agrieta.
Y aún veo el paraíso, acunando al sol.
raro, muy raro... se me amontan las imágenes.. no se qué decirte.
ResponderBorrarpero simpre te gusta que poste asi que aqui esto je.
chihi